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2024, el año que le sonríe a la derechista Giorgia Meloni

El año nuevo sonríe a la premier italiana Georgia Meloni, de 47 años, que el 11 de febrero recibirá en el Palacio Chigi de Roma al presidente argentino Javier Milei, quien será recibido en audiencia por el Papa Francisco al día siguiente.

En octubre pasado Meloni cumplió un año de gobierno y en 2024 tiene todas las premisas para consolidar un apoyo popular en torno al 30% para su partido Fratelli (Hermanos) d’Italia, muy lejos de la primera fuerza de la oposición, el partido Democrático de centroizquierda, que tiene el 19.2%

Desde el 1 de enero es, además, presidente de turno del G7, la cumbre super exclusiva que agrupa a los siete países industrializados de la Tierra, en los que Italia está acompañada por Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Alemania, Francia y Canadá. Le esperan 21 giras por el mundo y otros compromisos importantes en un cuadro mundial agitado por las guerras en Medio Oriente y la invasión rusa a Ucrania.

Además tendrá que gobernar este nuevo año los muchos problemas que hasta ahora ha logrado mantener bajo control y afrontar entre el 6 y 9 de junio una prueba muy importante: las elecciones en el Parlamento Europeo de Estrasburgo, en la que los sondeos prevén un avance quizás decisivo de las derechas de la cual Meloni forma forma parte.

Meloni es desde el 1 de enero presidente de turno del G7. Foto: Andrej ISAKOVIC / AFPMeloni es desde el 1 de enero presidente de turno del G7. Foto: Andrej ISAKOVIC / AFP

Este empuje de la “strema destra” podría llegar a producir un cambio extraordinario en la orientación de la Unión Europea de 27 países, haciendo saltar el predominio de la alianza de fuerzas que gobiernan a la UE desde su fundación en 1993. Una mayoría integrada por el partido popular de tintes cristianos, la socialdemocracia, los liberales y los verdes.

Sería este un resultado histórico en la que Meloni, líder además del partido transnacional de los conservadores y reformistas europeos, de orientación derechista, tendría un papel protagónico. Los observadores no creen que se produzca un colapso histórico en la Unión Europea, que podría poner en peligro su misma existencia actual. Por primera vez la posibilidad entra en los debates concretos.

Meloni guía una fuerza política cuyas orígenes se emparientan con el Movimiento Social Italiano fundado por Giorgio Almirante y otros ex funcionarios de la República de Saló, fundada por Benito Mussolini en la última etapa del régimen fascista.

En los últimos años, Giorgia ha logrado superar el handicap del pasado y lograr que su partido Hermanos de Italia sea aceptado como la principal fuerza política italiana. En este año y tres meses a la cabeza del gobierno ha logrado consolidar la legitimidad de su opción política. A muchos todavía no les convence la relación con el pasado fascista.

Pero Meloni apenas entró al gobierno hizo una movida estratégica que ayudó a consolidarla. Viajó a Estados Unidos donde el presidente Joe Biden afrontaba las penas de la guerra causada por la invasión rusa a Ucrania. En pocas palabras expresó su solidaridad con Occidente y la alianza con Estados Unidos, que Biden atrapó al vuelo.

Desde entonces la alianza italiana con Estados Unidos tuvo su consolidación práctica y el gobierno de Roma no se ha movido un milímetro de esa linea de apoyo.

El club internacional de ultraconservadores

Esta alianza con Biden se ha consolidado con otra realidad. El partido europeo de los conservadores y reformistas formado por Meloni se apoya en la lógica política del partido Republicano y pertenece a la internacional de ultraconservadores que pregona Donald Trump. También Milei simpatiza con este grupo muy influyente.

Meloni se apoya en la lógica política del partido Republicano y pertenece a la internacional de ultraconservadores que pregona Donald Trump. Foto: ReutersMeloni se apoya en la lógica política del partido Republicano y pertenece a la internacional de ultraconservadores que pregona Donald Trump. Foto: Reuters

A Meloni le ha costado poco tiempo para estabilizar su poder en el gobierno italiano. Ha tenido éxito en evitar que el 2023 descarrilara en la inflación y el estancamiento. Lo hizo al precio de apretar las clavijas de la economía.

El Producto Bruto Interno cerró el año con un 0,7% y una inflación del 5,7%. Tras los golpes durísimos de los años anteriores, a partir de la época de la pandemia del Covid, que los europeos pagaron muy duramente lo mismo que el resto del mundo, ha costado pero se ha logrado controlar la inflación, que se espera bajar al 2% en dos años, aceptando que el estancamiento económico indique un magro +0,4% este año.

El problema de una inmensa deuda

El problema más arduo para los italianos es una inmensa deuda que llega al 142% del Producto Bruto. Pero a la vez, se trata de un dato monstruo que no da señales de desbarrancarse.

“Meloni controla cada vez más la situación”, afirma Lorenzo Castellani, profesor de economía de la Unversidad Luiss de Roma. “Su coalición cuenta con una cómoda mayoría y se mantiene unida a pesar de las disputas. El 30% de Hermanos de Italia tiene dos poderosos aliados, pero que no le hacen sombra. La Liga Norte liderada por el vicepremier Matteo Salvini reúne el 9% y los herederos del partido Forza Italia del fallecido multimillonario Silvio Berlusconi, que agrupa a conservadores liberales, el 7%.

La oposición, a su vez, reúne a las fuerzas del centroizquierda en el Partido Democrático, con un 19%. Su líder es otra mujer, Elly Schlein menos popular. Más pequeño y populista el Movimiento Cinco Estrellas liderado por el ex primer ministro Giuseppe Conte, que junta el 16.3 ciento. Los otros son partidos menores, poco decisivos.

Meloni debe asegurar en 2024 que no se detenga ni se achique el flujo de casi 200 mil millones de euros decididos con prioridad en favor de Italia, cuando fue necesario afrontar el crack que prometía la crisis de la epidemia de Covid sobre la economía europea. El Fondo de Recuperación de la Unión Europea es maná pero no caído del cielo y por tanto con la exigencia de cumplir las obras públicas de los planes que son aceptados.

Al respecto crece la preocupación que el maná caído del cielo de Bruselas, la sede de la UE, comience escasear por la falta de reformas estructurales a las que se ha comprometido Italia. Meloni será protagonista para bien o para mal de este desafío fundamental.

Hay una lista de otros grandes desafíos que Italia afrontará en los próximos años. Uno de ellos, el más dramático es como contener la inmigración no autorizada. El economista Francesco Giavazzi señala que Italia necesita ante todo “una estrategia de crecimiento que no se limite a inyectar dinero de la Unión Europea en nuestra economía. Si no lo logramos elevar la tasa de crecimiento, tendremos problemas”.


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