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«La clase alta porteña actual es mucho más inculta que la del siglo pasado»

Loyds es Loyds desde chico. Se define como un tipo simple, familiero, que vive con Caro, su mujer, y se desvive por las mellis, Alexia y Mora, por San Lorenzo y la literatura.

A sus 10 años, Jorge Lebrón participó en un comercial del Lloyd’s Bank. Cuando sus compañeros de primaria lo vieron, comenzaron a llamarlo así. Luego él le quitó una “L” y el apóstrofe y desde entonces se convirtió en su ADN.

Transitó varias profesiones en su medio siglo de vida: fue abogado, fue periodista, desde hace casi una década ejerce con pasión su faceta de escritor, y hoy también es guionista, redactor publicitario y dicta talleres de escritura creativa.

Merca, su ópera prima publicada en 2014, impactó de lleno en la alta sociedad con Johnny, un treintañero perdido entre la furia y las drogas. En 2021 continuó con Paulette, más conocida como La mamá de Johnny, su segundo libro y spin-off del anterior: una mujer de casi 60 años de clase alta desbordada por las pastillas y el alcohol.

Ahora sale a la luz Pichón, la tercera entrega de la saga: un odiador serial, un joven de 29 sumergido en distintos excesos, misógino, resentido, xenófobo, violento y ultra machista. Es el hijo más chico y el más vomitivo de la casa.

Con altas dosis de humor negro, ironía y sarcasmo, Loyds exhibe sus credenciales de notable escritor contemporáneo que revela lo más rancio de la elite porteña. Pichón llegó para completar una trilogía que pide a gritos saltar a la pantalla grande.

En una entrevista con Clarín Cultura, el creador se despega de sus personajes que tanto odio despiertan.

La trilogía de Loyds, publicada por Emecé. Foto: Guillermo Rodríguez AdamiLa trilogía de Loyds, publicada por Emecé. Foto: Guillermo Rodríguez Adami

–¿Cómo surge Pichón, tu nuevo libro?

–Cuando hablo de esta familia siempre menciono una especie de autoficción colectiva, porque compongo los personajes mezclando muchas situaciones: alguna me pasó a mí o le pasó a alguien que conozco, otra me la contaron o me llegó a través de las noticias o por una serie.

Pichón es una novela que viene a completar una trilogía de clase acomodada en Buenos Aires. A través de los distintos protagonistas y con distintos métodos de escritura, intento hacer un corte transversal a una elite que no estaba siendo muy visitada en la literatura argentina contemporánea.

–¿Te costó definir el personaje?

–Pichón se fue formando medio solo, porque ya estaban los antecedentes. Ya aparecía en Merca y su hermano lo ninguneaba. También aparecía en La mamá de Johnny como un nenito de mamá, aunque ella prefería a su hermano y no le daba mucha bola. De hecho, nunca le puse nombre inconscientemente, hasta yo como autor lo ninguneé.

Cuando empezó a crecer y ahí dije: tengo que hacer algo con este personaje que junta resentimiento, que todo el tiempo está tratando de llamar la atención con mucha violencia.

–En tu tercer libro seguís desenmascarando lo peor de la alta sociedad porteña. ¿Te convertiste en una especie de escritor de nicho?

–Me divierte contar todas las miserias y los entretelones de la falsa nobleza o falsa aristocracia que fue inventada en Argentina, porque en realidad no existe, es un verso: el doble apellido, el escudo, la familia de abolengo. ¿Qué es eso?

Acá vinieron los que les iba mal en otro lado. Enhorabuena que les fue bárbaro, pero no es que vinieron las familias patricias a tener una casa de fin de semana, vinieron porque les iba como el culo en Europa.

Sin embargo, decidí dejarlo por ahora en una trilogía y contar otras historias. El día de mañana puedo volver a esta saga, pero no es que busco pasar a la historia como cronista de las clases altas. Yo solo quiero escribir.

–¿Cómo ves a la alta sociedad en un país donde tenemos casi el 40% de pobres? ¿También está venida a menos?

–El dinero en la época menemista cambió mucho de manos, pero hay un poco de eso, gente venida a menos, sobre todo los más tradicionales.

También sigue habiendo en Argentina grandes extensiones de campo concentradas en poquísima gente que no tiene muchas preocupaciones porque vive de rentas. Lo único que hace es viajar, no le importa que haya dólar Qatar o dólar Coldplay. A ellos les sobra la guita y los ves por Instagram en Miami o en Ibiza en este mismo momento. Es gente que la tiene toda y no le importa nada.

Loyds: "El dinero en la época menemista cambió mucho de manos, pero hay un poco de eso, gente venida a menos, sobre todo los más tradicionales". Foto: Guillermo Rodríguez AdamiLoyds: «El dinero en la época menemista cambió mucho de manos, pero hay un poco de eso, gente venida a menos, sobre todo los más tradicionales». Foto: Guillermo Rodríguez Adami

–Pichón se la agarra con un montón de personajes como Messi, Antonela y Fito Páez. Sin embargo, en tu libro hay una leyenda que dice “todas las opiniones que aparecen en esta novela son vertidas por personajes de ficción y no pertenecen al autor”.

–Eso tuvo un doble destino. Por un lado, hay una cosa como de corrección política que mezcla la ficción con la realidad, que confunde la figura del autor con el narrador o con el personaje. Entonces, frente a esa patrulla medio absurda que va mirándolo todo por las redes sociales me parecía interesante hacer una cosa medio jocosa.

Las críticas que pueden llegar a haber tienen que ver con ese exceso de literalidad que es un poco cansador para los artistas. Crear una obra ficticia fijándose en lo que los personajes puedan decir y hacerlos políticamente correctos me parece un delirio, no tiene ni gracia ni sentido.

Vamos camino a perder lo más rico que muchas veces tiene la ficción: los villanos, los malos, los personajes repugnantes. Podemos hablar del Psicópata americano, El Club de la pelea, Trainspotting, Tony Montana, Hannibal Lecter, Joker… Ninguno de ellos hubiera existido si medíamos a los personajes con la vara de la corrección política.

–¿Por qué a los escritores argentinos les cuesta hablar sobre la alta sociedad?

–No sé si les cuesta. Me parece que a partir de la crisis de 2001 aparecen otras cosas más urgentes a la vista: problemas para llegar a fin de mes, desempleo, pobreza, marginalidad.

Esto es muy diferente a lo que ocurría en el siglo XX, cuando los escritores más destacados pertenecían a las clases más acomodadas, como Bioy Casares, las hermanas (Silvina y Victoria) Ocampo, Manuel Mujica Lainez. Incluso Borges, que fue criado por institutrices inglesas, a pesar de que no era alguien tan pudiente. En el siglo XXI la literatura pasó a ser una inquietud más de las clases medias.

–¿Pertenecer a la alta sociedad es también tener nivel cultural o van separados?

–Hoy van muy separados. Antes, cuando no existía la TV o internet, tener una buena biblioteca era un sinónimo de estirpe. Era tener estatus. Hoy a la gente que vive en los clubes de campo o en barrios cerrados le venden la biblioteca falsa y es un adorno que hace juego en sus casas. Claramente ha cambiado muchísimo, y para mal.

Hoy hay tipos de clase acomodada que lo único que les importa es salir, las redes sociales, por ahí algún deporte, ir a navegar y pará de contar. Si les das un libro no saben para qué es. La clase alta porteña del siglo XXI es mucho más inculta que la del siglo XX.

–Sin humor negro, sarcasmo y acidez es difícil hacer un libro como Pichón.

–Quería hacer un personaje que molestara y que de alguna manera causara incomodidad y desagrado. Creo que en muchas partes del libro pasa eso, es el efecto que buscaba a priori. Y el humor es un salvoconducto para todo: desmantela la tristeza, los momentos incómodos.

Un hater como Pichón, un tipo malo, muchas veces repulsivo, es llevadero por el humor negro que hay en el libro. Si no, sería asqueante. La gente por ahí dejaría de leerlo. Sin embargo, se lo devoran.

–Hay un odio visceral, sobre todo hacia las mujeres que está bien marcado en Pichón.

–Pichón es el clásico machista recalcitrante. Un reaccionario peor que sus propios padres, que va hacia atrás, que involuciona. Me interesaba mucho eso, ponerlo sobre la mesa.

Hoy muchos hablan de los cambios de paradigma, del respeto por la mujer y la igualdad. De la boca para afuera es el discurso imperante, pero ¿cuánta gente hay que aplica realmente eso?

Después, los mismos que se llenan la boca diciendo estas cosas se juntan con tres amigos a jugar al póker y sigue todo igual. Eso también quería poner de relieve en este libro.

–Me gusta estar en familia, con amigos. No soy una persona muy pretenciosa, si no me hubiese quedado siendo abogado, ganaría muchísimo más dinero que ahora. Sin embargo, di un golpe de timón muy fuerte a mis 35 años, cuando todavía era joven pero no tanto, y elegí hacer lo que me apasiona, que es escribir.

Igual no creo en la figura del escritor pobre y atormentado, a mí me gusta vivir bien y no me da pudor decirlo, porque no me parece que haya nada malo en eso. Por eso me rompo el lomo trabajando todos los días haciendo tareas aledañas a la literatura, para tener el mejor pasar posible y darle una vida con oportunidades a mis hijas.

Merca, La mamá de Johnny y ahora Pichón. Completás la trilogía que describe lo peor de una familia elitista en Buenos Aires. Tus tres libros ya están instalados en la literatura argentina contemporánea. ¿Cómo se siente el Loyds escritor? ¿Ya consolidado como autor dentro del ambiente de la literatura?

–No es que yo me considere nada, sino que mis colegas, mis pares, me hacen sentir un escritor al que respetan. Siempre me desenvolví con mucha humildad, porque yo venía de otro palo y de a poco fui haciéndome.

Saqué una primera novela (Merca) en una editorial emergente y el libro tuvo un recorrido espectacular: se tradujo al portugués, fuimos a la Semana Negra en Gijón, logré que Planeta pusiera sus ojos en mí. Y hoy me veo en una colección como Emecé donde están César Aira, Pedro Mairal, Fabián Casas… hasta el mismísimo Borges publicaba en Emecé. Estar en ese mismo catálogo es un sueño.

Loyds Básico

  • Nació en Buenos Aires en 1972. Es un ex abogado convertido en periodista, escritor, guionista y redactor publicitario. También dicta talleres de escritura creativa. Sus trabajos pueden verse en su Instagram @superloyds
  • Fue compilador, editor y coautor de la antología Cuentos cuervos (Planeta, 2014).
  • Merca, su primera novela, fue publicada en 2014 por Editorial Alto Pogo, y más tarde reeditada por Emecé. En 2021, por ese mismo sello de Planeta, publicó La mamá de Johnny y, por último, Pichón (2023), su tercera novela que completa la trilogía familiar.
  • Su narrativa fue traducida y publicada en otros países, como Brasil y España.

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