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Argentina y Chile, rivales pero no enemigos a la hora del Mundial

Existe una rispidez popular entre argentinos y chilenos que suele evidenciarse en el fútbol, pero que en el rugby no parece hacer mella. El fan fest improvisado en el acceso principal al estadio de Nantes mezcló a miles de hinchas de un lado y otro de la cordillera como en un tercer tiempo anticipado.

Sí, claro, esos “chi-chi-chi-lé-lé-lé” característicos que junto con el rojo distintivo de las camisetas se hacen notar entre el público mayoritariamente celeste y blanco. En Nantes, en la ciudad, también se pudieron ver camisetas de ambos y esa camaradería del Cono Sur, pero no había clima de Mundial. Sí hinchas, que podían ser la pista que aquí efectivamente se está jugando una Copa del Mundo.

El acceso principal al estadio, entonces, fue el verdadero punto de encuentro. Allí la mayoría eligió los puestos de comida y bebida para el almuerzo -o brunch, el horario desafió a los puristas de las denominaciones a la hora de comer-, aunque algunos hicieron pic nic.

Ni los chilenos ni los argentinos constituyen un público afecto a los disfraces. Pero los hinchas de mundiales necesitan esa exposición que ofrece las caracterizaciones. Alguna mujer con las banderitas de los países ajustando las trenzas; mucho rostro con los colores de cada insignia. El más producido un argentino con la camiseta de los granaderos y el falucho -así se llama al gorro del regimiento que comandaba José de San Martín- que causó sensación.

Argentinos y chilenos tuvieron su fiesta en Nantes, y todo en paz. Foto: Emmanuel Fernández/ Enviado especial.Argentinos y chilenos tuvieron su fiesta en Nantes, y todo en paz. Foto: Emmanuel Fernández/ Enviado especial.

A diferencia de otros partidos en los que los himnos no suelen ser respectados en esta oportunidad, cada parcialidad cantó el suyo a su turno y respetó el otro. Esa sensación de tercer tiempo de la previa, se mantuvo en la cancha. El argentino, en su versión intervenida por los hinchas con el “oh, oh, oh” de los primeros compases y el “sean eternos los laureles que supimos conseguir” y Rodrigo Isgró rompiendo en lágrimas de la emoción.

A veces desde el lugar menos pensado, tal vez el rugby por lo brutalidad de sus acciones de juego, sea el de mayor respeto. De los 33.963 espectadores, la mayoría eran argentinos y chilenos, los mismos que en un partido de fútbol no pueden caminar sin un operativo policial, porque inexplicablemente la rivalidad se traduce en un enfrentamiento.


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