Massa moderado, Bullrich antikirchnerista y Milei contra todos
Desde el primer momento la estrategia en el debate presidencial de los tres principales candidatos fue clara. Sergio Massa buscó ocupar el centro del escenario con Javier Milei, tal vez con el objetivo de consolidar las encuestas que los ubican en el balotaje. Claro que el costo del ministro-candidato fue mayor, porque uno de los principales ejes temáticos fue la Economía.
Tal fue la coincidencia en la táctica del candidato libertario y del de Unión por la Patria, que ambos gastaron los cinco derechos a réplica en el primer bloque. Luego se desarrollarían los de educación y derechos humanos. Incluso, los dos coincidieron en repreguntarle a Bullrich, con la idea de esmerilarla, al señalar que no entendían su propuesta económica.
Tanto Cristina Kirchner como Mauricio Macri estuvieron ausentes, no de las críticas, sino en boca de sus candidatos: Massa y Patricia Bullrich.
Lo llamativo del debate fue que Massa no debió responder un ataque insistente de sus competidores -¿Bullrich?- sobre el caso de las tarjetas de la corrupción que se le encontraron a Julio “Chocolate” Rigau ni el “yategate” de Martín Insaurralde y Sofía Clérici que escandaliza a la sociedad. Pero sí en cambio Bullrich, que apuntó que el affaire de la Legislatura bonaerense es propiedad de “Massa y del peronismo”.
Massa no focalizó su discurso en la grey kirchnerista, salvo cuando al pasar reivindicó la política de derechos humanos. Su exposición en todo momento estuvo dirigido al segmento moderado cuando pidió disculpas y admitió los errores del gobierno. También a los extrapartidarios, al reiterar su propuesta de “un gobierno de unidad nacional” como el que propuso días atrás, en un acto con los radicales Gerardo Morales y Gustavo Valdés.
Debió lidiar con las duras críticas hacia su gestión económica. Como cuando Bullrich y Schiaretti le retrucaron cómo podría ser presidente siendo -dijo la candidata de JxC- “el peor ministro de Economía”, algo similar a lo que expuso el cordobés. O Milei calificando al gobierno de “delincuentes”.
El tigrense se mostró como opción entre “una vuelta al pasado” por Juntos por el Cambio, o “un salto al vacío”, al aludir al libertario.
Milei, con lentes que le quitaban espontaneidad, embistió desde el inicio contra todos. Recurrió a “la casta empobrecedora”, la “maldita casta política”, el “Estado nefasto”, “los responsables” de la decadencia en la educación. De manera recurrente, buscó diferenciarse del resto. “Parecen que son marcianos y no tuvieron nada que ver” con la crisis actual, dijo en el cierre.
Buscó explotar su perfil económico al lanzar que va a “exterminar la inflación” y, a diferencia de su campaña hasta ahora, buscó generar expectativa. Sumó al final la palabra “esperanza” y “un futuro posible”, y hasta aventuró que bajo su gestión, en 15 años el país alcanzaría el status de Italia o Francia. “Y si me dan 20, Alemania”.
Bullrich, por momentos demasiada atada al coaching, concentró sus críticas en Massa y en el kirchnerismo. Demoró entrar en el debate económico y se soltó después al ironizar con que si a Massa se le ocurre hacer una reforma penal “que se lo lleve a (Martín) Insaurralde”, aludiendo al escándalo que envuelve al peronismo bonaerense por el denominado “yategate”.
La candidata de JxC mostró su mejor versión las veces que embistió a su competidor de Unión por la Patria. “El presupuesto es una vergüenza, hacete cargo”; “terminala Massa con el Fondo Monetario”, le dijo.
En su alocución final, Bullrich se recostaría en palabras que marcan su campaña como “coraje”, a lo que esta vez le sumó “poder político”, en referencia a las casi 10 provincias que podría ostentar Juntos por el Cambio más los legisladores e intendentes en todo el país, refrescando “lo que el kirchnerismo destruyó” y un llamado: “Te pido por favor, acompañame”.
En el caso de Schiaretti y de Myriam Bregman, fueron los que mas sumaron, aunque habrá qué ver cómo se traduce en votos. El debate presidencial suele darle visibilidad a los candidatos con menos conocimiento. Algo similar ocurrió hace cuatro en los casos de Nicolás del Caño y de José Luis Espert que redujeron notablemente el nivel de desconocimiento a nivel nacional en el debate que compartieron junto a Alberto Fernández, y Mauricio Macri.
En aquél entonces, tanto Del Caño como Espert captaron algo del voto de los indecisos y de quienes lo habían hecho en blanco en las PASO. Pero en ese momento no cambió demasiado el voto del Frente de Todos y de Cambiemos, sino que el debate presidencial consolidó esas posiciones.
A modo de ejemplo, según la Revista Seúl, a siete días de las elecciones presidenciales de 2019 el 67% de electorado se mostraba seguro de su intención de voto, cifra que después del debate y a horas de los comicios subió al 79%.
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