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¿La guerra en Oriente Medio beneficia a Rusia?

Rusia, con permiso de los mercaderes de armas, puede ser quien más beneficio obtenga del estallido violento en Oriente Medio. Desde que Hamas lanzó el ataque terrorista contra el sur de Israel y las Fuerzas Armadas israelíes empezaron a responder bombardeando la Franja de Gaza, en Moscú se frotan las manos.

La diplomacia rusa incluso cambió su política tradicional de equilibrio entre israelíes y palestinos para ponerse del lado de los palestinos. El presidente ruso Vladimir Putin todavía no habló de “terrorismo” a pesar de que Hamas mató en su ataque a 19 ciudadanos rusos, entre los casi 1.500 muertos en total. El jefe del Kremlin llegó incluso a comparar Gaza con el sitio de Leningrado ejecutado por los nazis en la Segunda Guerra Mundial.

Los medios rusos, a la orden del Kremlin, llevan dos semanas claramente volcados del lado palestino. Israel, explica un diplomático europeo, no protesta porque entiende que Moscú le puede ser útil por su ascendencia sobre Irán y Siria.

Ucrania, por su parte, se alinea al lado de Israel e intenta que el mundo vea los ataques de Hamas como equivalentes a los de Rusia en Ucrania. Aunque Tel-Aviv rechazó una visita del presidente ucraniano Volodimir Zelenski, judío y cuyos abuelos lucharon contra los nazis en las filas del Ejército Rojo soviético, como si no quisiera todavía molestar a Moscú.

El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, teme perder parte del apoyo de Occidente. Foto: REUTERS El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, teme perder parte del apoyo de Occidente. Foto: REUTERS

Cómo se beneficiaría Moscú

Los últimos días dejan ver al menos tres grandes efectos de la guerra que benefician al Kremlin en su guerra de conquista en Ucrania.

El presidente ucraniano reaccionó al atentado de Hamas volando a Bruselas para asistir a una reunión de ministros de Defensa de los 31 Estados miembro de la OTAN. Zelenski teme, aunque en Bruselas todas las voces fueron a tranquilizarlo, que Estados Unidos no sea capaz de seguir suministrando armas al mismo nivel a Ucrania si también tiene que suministrarlas a Israel.

La diplomacia estadounidense ya le dijo que no debe preocuparse, pero Zelenski sabe que Estados Unidos y los gobiernos europeos ya tenían problemas para suministrar munición de artillería al ritmo que necesita Ucrania.

Israel usa además los mismos aviones de combate que Ucrania quiere que los estadounidenses y europeos le cedan, los F-16. Aunque Israel también tiene los nuevos F35, pero Kiev teme que en los arsenales europeos y estadounidenses no haya suficientes para todos.

El segundo gran efecto es más político, pero puede tener consecuencias más profundas a largo plazo. Los gobiernos europeos, más que el estadounidense, llevan meses intentando convencer a países asiáticos, africanos y latinoamericanos de su visión del conflicto en Ucrania.

Bolsas con cadáveres tras un ataque en la localidad de Hroza, en la región de Kupiansk, Ucrania, días atrás. Foto: EFE   Bolsas con cadáveres tras un ataque en la localidad de Hroza, en la región de Kupiansk, Ucrania, días atrás. Foto: EFE

Europa defiende desde que estalló el conflicto que Rusia está metida en una guerra de agresión, la primera entre Estados europeos desde la Segunda Guerra Mundial. Y condena uno tras otro todos los crímenes de guerra rusos.

Europa ha impuesto las sanciones más duras de su historia contra Rusia a pesar de pagar por ello una crisis energética y un repunte inflacionario. Ha roto prácticamente todas las relaciones económicas con un importante socio comercial y ha llegado a crear un grupo de trabajo para investigar crímenes de guerra de las tropas rusas en Ucrania. Los europeos están vaciando sus arsenales para armar a los ucranianos.

Esa visión y esas decisiones, que buena parte del resto del mundo no comparte, se sostiene en un discurso de respeto a los derechos humanos, al Derecho Internacional y al Derecho Humanitario y la Carta de Naciones Unidas. Es jurídica y éticamente exquisito.

El problema llega cuando Israel aparece en los focos, con su ocupación de buena parte de Cisjordania y de Jerusalén Este, territorios palestinos según las resoluciones de Naciones Unidas. Y sobre todo, con los bombardeos indiscriminados sobre Gaza.

Europa asegura ahora que Israel tiene derecho a defenderse pero que debe respetar, al hacerlo, el Derecho Internacional y no atacar a civiles ni, por ejemplo, dejarlos sin agua, comida o energía. Israel no escucha a los europeos y no pasa nada, Europa no reacciona como hizo con Rusia, no impone sanciones, no levanta la voz.

Algunos de sus dirigentes, como la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, ni siquiera son capaces de visitar al presidente palestino Mahmud Abbas, cuando vuelan a Israel y se reúnen con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. Desde Bruselas muchos diplomáticos ven con estupor que la Secretaría de Estado estadounidense esté adelantando a la Comisión Europea por el carril del respeto al Derecho Internacional.

Críticas a la «hipocresía» europea

Esa “hipocresía”, como denuncia una parte del Parlamento Europeo, la intenta contrarrestar el ‘canciller’ europeo, el hispano-argentino Josep Borrell, que esta semana, en la Eurocámara, dijo que la Unión Europea tiene que ser capaz de condenar y llorar por igual las muertes de niños israelíes y de niños palestinos.

Y esa “hipocresía” permite a Moscú mantener un discurso en el que denuncia a los europeos, que exigirían respetar el Derecho Internacional según les conviniera, no por convicción sino por interés.

Un tercer efecto, menos visible pero también importante, es que Ucrania está saliendo de las páginas de los diarios y las pantallas de las televisiones europeas. Se publica y se emite información de manera continua sobre la última hora de lo que pasa en Gaza, en algunos casos hasta se emite en directo en las páginas de Internet de los diarios la situación en el cielo de Gaza, pero se va dando cada vez menos espacio a Ucrania.


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