Las idas y vueltas, y la desconfianza, traban la transición entre Alberto y Milei
“¿El martes? Puede ser”, sostuvo sin dar precisiones uno de los hombres de Alberto Fernández que empezó a negociar una reunión entre el presidente saliente y el electo, Javier Milei, para ordenar la transición.
El ganador del balotaje había reconocido que probablemente se reuniría en el transcurso de este lunes -feriado- con Fernández, pero el encuentro -que nunca había sido confirmado- se diluyó con el correr de las horas, igual que la idea -finalmente descartada- de que Sergio Massa podría tomarse una licencia del ministerio de Economía.
El secretario general de presidencia, Julio Vitobello, se encargó de tender los contactos con Nicolás Posse, futuro jefe de Gabinete de Milei, para habilitar la reunión entre el mandatario saliente y el entrante.
Sin embargo, a última hora de la tarde la flamante Oficina del Presidente electo, que responde a Santiago Caputo -el arquitecto del proyecto presidencial de Milei- difundió un comunicado en el que sostiene que no hay ninguna reunión prevista. Fuentes de ambos espacios señalan que el presidente electo quiere evitar una visita a Olivos o a la Rosada que envíe un mensaje confuso a la sociedad.
Desde la residencia presidencial, el amigo y funcionario más leal de Fernández llamó a la mano derecha del mandatario electo e intercambiaron mensajes para coordinar una reunión. Los primeros contactos en la noche del domingo entre el mandatario saliente y su inminente sucesor los facilitaron el diputado Eduardo Valdés y Guillermo Francos, casi seguro ministro del Interior de la nueva gestión.
Una vez que Milei y Fernández se reúnan se acelerarán los encuentros entre Posse, el jefe de Gabinete, Agustín Rossi, y el vicejefe, Juan Manuel Olmos, quien también estuvo en la residencia presidencial durante el feriado posterior a la derrota. Esos contactos facilitarán los puentes entre los referentes de otras áreas. Economía es la más sensible.
Sergio Massa, en tanto, reunió al equipo económico en la sede municipal de San Fernando, distrito que gobierna Juan Andreotti, de su máxima confianza. Hasta allí peregrinaron el titular del Banco Central, Miguel Pesce; y el director y hombre de Massa en la autoridad monetaria, Lisandro Cleri; el jefe de gabinete del ministro, Leonardo Madcur; el titular del INDEC Marco Lavagna; el director general de Aduana; los secretarios de Comercio, Matías Tombolini; Energía, Flavia Royón; Finanzas Eduardo Setti; y Hacienda, Raúl Rigo. Pasadas las 17, su equipo de comunicación confirmó que el candidato presidencial seguiría en su cargo hasta el final del mandato.
En el medio, hubo contactos entre referentes del gabinete económico y los laderos de Milei. El Gobierno anunció que prorrogará a partir del martes el dólar agro, una decisión que busca darle oxígeno a las arcas del Banco Central, en las últimas 13 jornadas que restan hasta que Fernández entregue el poder.
El ministro de Economía había hecho correr la versión de que daría un paso al costado de la gestión a pesar de que había prometido quedarse hasta el 9 de diciembre. Esa posibilidad se amplificó con el mensaje polisémico de Massa.
“Desde mañana la responsabilidad, la tarea, de dar certezas, de transmitirle garantía sobre el funcionamiento político, social y económico, es responsabilidad del nuevo presidente, del presidente electo y esperamos que así lo haga”, había dicho en el predio de Chacarita ante una militancia desconsolada. Minutos después de la medianoche precisó que no dejaría su lugar antes de que se reunieran Fernández y Milei.
En el búnker, en el Complejo C. Massa habló por teléfono con Milei para felicitarlo. También intercambió mensajes con el mandatario saliente para pedirle (u ordenarle) que se acelere la transición. Entre los leales que estaban con Fernández se cuentan el canciller y diputado desde el 10 de diciembre, Santiago Cafiero. Massa habló frente al gobernador Axel Kicillof y el jefe de La Cámpora, Máximo Kirchner, entre otros.
El frustrado candidato del peronismo reforzó la idea de que la tarea de la transición quedará en manos del jefe de Estado, como indica la lógica institucional, en la terraza del búnker, frente a las segundas líneas que trabajaron en la campaña. “Hay que ayudar a Alberto”, les pidió, además de agradecerles los esfuerzos en la campaña. El ministro, en cualquier caso, se juega en estos días gran parte de su capital político.
Cerca de Massa destacaron que la posibilidad de que saliera del Ejecutivo o baje drásticamente el perfil tiene que ver con la licuación del poder que trajo consigo con la derrota. “El mercado, el FMI y los bancos quieren escuchar a Milei”, señalaron.
Milei, por su parte, evita en este contexto confirmar quién será su eventual ministro de Economía. “No puedo exponer a mi ministro de Economía a un tembladeral generado por la irresponsabilidad del ministro Massa”, sostuvo el mandatario electo en declaraciones a Mitre.
«Sería irresponsable que se borre», añadió en diálogo con Continental. Mauricio Macri presiona sobre el tigrense. Quiere que asuma todo el costo de lo que pase hasta el 10 de diciembre.
En la mesa chica de Fernández minimizan las supuestas tensiones por supuestos pedidos de la fuerza libertaria para que Massa acelere una devaluación que parece inevitable. “Nadie le puede imponer a otro que tome o deje de tomar medidas. Después se encarrila la transición y en las reuniones técnicas se va avanzando”, minimizó un hombre de Presidente. El amague de Massa no cayó bien, pero evitaron fogonear la interna. “No tenía mucho sentido”, señalaron.
Además, diferenciaron el significado de la reunión de Fernández con la de los ministros de la actual administración y sus eventuales sucesores.
“La transición es una tarea administrativa, no de políticas. La reunión entre presidentes electo y saliente es un formalidad que da estabilidad institucional. Son cosas diferentes”, expresó un ministro.
En el Gabinete ya trabajan con la hipótesis de que en los próximos días habrá una renovada presión cambiaria, pero reconocen que las razones de ese movimiento nada tienen que ver con la transición.
Como adelantó Clarín, la discusión por el proyecto del Presupuesto 2024 que Massa envió al Congreso también es un elemento que tensa las conversaciones entre el oficialismo que se va y el que viene. Cuesta imaginar que la actual oposición acepte el programa de Massa, muy lejos del shock sobre las cuentas públicas que prometió el futuro presidente. El peronismo difícilmente habilite el ajuste que proyecta el líder libertario.
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