Henry Kissinger murió a los 100 años. Y se podría decir que hasta el última día fue un asesor deseado, un entrañable amigo de China y una fuente privilegiada sobre las idas y vueltas del último siglo en materia de política exterior. También fue denostado. Observador y conocedor, una frase suya pinta a la perfección el karma nacional argentino: «El punto débil de la Argentina es que está al borde de lograr el éxito».
La frase la deslizó en 1995 a la revista La Avispa durante un fugaz paso por Buenos Aires.
Kissinger ofreció una entrevista a Carolina Barros, en ese entonces jefa de redacción de La Avispa, en agosto de 1995. La nota fue publicada al mes siguiente, en momentos en que Argentina atravesaba, una vez más, turbulencias económicas de gran escala.
Allí dijo: «El punto débil de la Argentina -hasta diría el peligro que hoy enfrenta su país- es que está al borde de lograr el éxito… Tiene que dar los últimos tres pasos que le faltan para llegar a ese éxito».
La periodista repreguntó si ese peligro residía en los hombres que toman las decisiones.
«No -dijo Kissingerg-. El peligro está en la pasión de esos hombres. Son los fuertes principios los que generan esas pasiones. Y esto a su vez significa una gran paradoja, porque la sociedad argentina es básicamente homogénea».
En los años que siguieron hasta el día de hoy, Argentina comprobó empíricamente aquella definición de Kissinger: jamás dio los últimos tres pasos. Y la historia nacional nunca salió de la rueda de crisis encadenadas.
No era la primera vez que Kissinger venía de visita a la Argentina. El influyente exdiplomático de Estados unidos estuvo en nuestro país durante el Mundial de 1978, en plena dictadura militar, a la que le manifestó su apoyo e incluso le dio consejos.
¿Quién era Henry Kissinger?
Para algunos considerado un intelectual brillante y un gran estadista, pero para otros denostado como un cínico arrogante e incluso un criminal de guerra: Henry Kissinger, el diplomático más famoso del siglo XX, falleció este miércoles, dejando un legado tan legendario como cuestionado.
El que fuera consejero de Seguridad Nacional y secretario de Estado de los presidentes estadounidenses Richard Nixon (1969-1974) y Gerald Ford (1974-1977) llevaba décadas alejado de la primera línea política, pero su larga sombra llega hasta hoy.
A pesar de haber soplado cien velas el pasado mayo, Kissinger seguía dando con sorprendente lucidez sus opiniones sobre el mundo actual, con temas tan dispares como la guerra de Ucrania o la inteligencia artificial.
Muchos lo seguían escuchando con gran atención por ser una autoridad en las relaciones internacionales, pero para otros lo que el centenario Kissinger buscaba era limpiar el cuestionado historial que dejó cuando fue uno de los hombres más poderosos del mundo.
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