El parte de guerra de este jueves detalla que, mientras los soldados israelíes combaten a metros del importante hospital Al Shifa en el norte de Gaza, que se supone alberga en sus subsuelos a los altos jefes y principales cuarteles de Hamas, se desarrolló una batalla de diez horas en la cercana Jabaliya con milicianos de esa organización y de la Jihad Islámica.
Según los informes del ejército, tropas de la brigada Nahal tomaron finalmente control del lugar donde descubrieron túneles que conectan con “una extensa ruta subterránea”.
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Lo anunció el ministro de Defensa. «Estamos en el corazón de Ciudad de Gaza» donde están, bajo tierra, los cuarteles de Hamas y su principal líder, Yehya Sinwar.
Un soldado israelí del cuerpo de ingenieros fue reportado muerto, con lo que suman 35 ya las bajas. Hay otros dos heridos. La información añade la reaparición de negociaciones para una eventual liberación de una docena de las personas secuestradas por la banda terrorista, la mitad de ellos norteamericanos.
En el sitio donde se produjo esa extensa batalla, recordemos, hay un campo de refugiados. Israel lo atacó el 31 de octubre pasado con dos enormes bombas de una tonelada cada una que derrumbaron los edificios y las cavernas subterráneas. La operación, que dejó medio centenar de muertos entre los civiles cobijados en ese lugar, eliminó a Ibrahim Biari, un alto comandante de Hamas, y a otros miembros del alto mando de ese grupo fundamentalista, refugiados en los túneles bajo la superficie.
Esas construcciones bajo tierra constituyen el gran desafío de esta batalla, especialmente en Gaza City. Los túneles conforman una telaraña de pasajes y cámaras a gran profundidad, que se mantienen activas con electricidad y equipos de aire vinculados a generadores que funcionan con combustible. Una de las razones que esgrime Israel para no permitir el ingreso de carburante a la Franja, que es crucial para las plantas de agua potable y el funcionamiento de los centros sanitarios.
El hospital al Shifa, el más grande del territorio, se ha convertido en el punto focal de la ofensiva terrestre de las tropas israelíes. Reportes de periodistas en el lugar indican que se escuchan desde el interior de la ciudad el movimiento de los soldados y esporádicos tiroteos muy cerca del centro sanitario.
Ese escenario agravado dispara un nuevo éxodo de muchos de los vecinos que se quedaron a despecho del reclamo israelí de que se dirijan al sur, donde el drama humanitario crece de modo geométrico y donde también hay bombardeos. La Cruz Roja denunció hace horas que tres de sus camiones con provisiones fueron atacados y uno de los choferes resultó herido.
“Hemos visto a 50.000 gazatíes salir del norte de Gaza hacia el sur», afirmó el portavoz del ejército israelí, Daniel Hagari. «Parten porque entendieron que Hamas perdió el control del norte y que el sur es más seguro», añadió. La ONU cifra en millón y medio el número de personas desplazadas desde el inicio de la guerra en el interior del enclave palestino, que tiene alrededor de 2,4 millones de habitantes.
En simultáneo Estados Unido volvió a atacar posiciones de milicias proiraníes en Siria, en represalia de disparos de cohetes contra las bases norteamericanas en ese país y en Irak. Y se indica que hay combates entre las tropas norteamericanas y patrullas sirias.
En Gaza, tanto Hamas como la directiva de Al Shifa rechazan que el edificio del hospital funcione como cuartel de la organización terrorista, pero desde el inicio de esta guerra, hace poco más de un mes, Israel ha planteado que el grupo modernizó unos viejos túneles y amplias cavernas construidas en el pasado bajo ese edificio.
El problema asociado es que en ese hospital se refugian miles de personas que han perdido todo y confían en que tanto las escuelas como los centros sanitarios les pueden brindar alguna cobertura segura.
Estados Unidos y el G7, que reúne a los países más industrializados del planeta, han reclamado pausas en la guerra para facilitar el flujo de suministros a la población no beligerante. Israel rechaza un cese del fuego total como le plantan otros organizaciones, entre ellas las Naciones Unidas. Washington coincide con esa negativa. Sostiene que permitiría reagrupar a Hamas.
El primer ministro Benjamín Netanyahu pone como condición para aliviar los combates la devolución de los 242 cautivos que la organización terrorista secuestró cuando produjo el sangriento asalto del 7 de octubre pasado en el cual vejó y mató en cuestión de horas a más de 1.400 civiles, incluyendo ancianos y niños.
Qatar, que tiene cercanía con Hamas, está mediando en la posible liberación de los 12 rehenes, pero el grupo fundamentalista reclama a cambio una tregua humanitaria de tres días. Israel no parece dispuesto a aceptar esa duración del cese del fuego y tampoco que la tregua comprenda el norte de la Franja donde se concentran las operaciones militares.
Netanyahu había abierto la posibilidad de breves interrupciones de las operaciones por una o dos horas después de una nueva charla telefónica con el presidente Joe Biden que le reclamó ese gesto.
El pedido de Hamas sería un indicador de las dificultades que afronta el grupo, que no ha conseguido ayuda de sus aliados de Hezbollah. Tampoco Irán o Siria se muestran interesados en involucrarse en el conflicto más allá de las declaraciones.
Altos cargos de la organizaciones, como Khalil al-Hayya, el segundo del lider principal Yahya Sinwar, en una entrevista con The New York Times, reivindicaron el asalto del 7 de octubre pero señalaron que cuando hicieron el ataque esperaban que los aliados regionales del grupo, incluida la milicia libanesa, se unirían a la lucha. No ha sucedido.
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