Los ministerios de Defensa de los países ribereños del Mar Báltico lo usaron durante décadas como pozo sin fondo en el que tiraron millones de toneladas de munición inservible.
Además de los buques militares hundidos y cargados de armamento y munición en las dos guerras mundiales, los militares se dedicaron, después de esos dos grande conflictos, a deshacerse de las armas y las municiones que no servían de la forma más sencilla que encontraron: tirándolas al fondo del mar.
Lo hicieron todos y de forma masiva, llegando incluso a hundir contenedores y viejos buques cargueros cargados de munición.
Tras la derrota de la Alemania nazi, las fuerzas aliadas se deshicieron de 40.000 toneladas de munición química en varios sitios del Báltico. Esas 40.000 toneladas incluían 15.000 toneladas de agentes químicos militares.
El gran basurero militar del planeta
El Báltico fue durante décadas el gran basurero militar del planeta. La Convención de Londres de 1975 prohibió esa práctica.
Ahora, más de un siglo después de que empezara esa práctica, los países ribereños y la Comisión Europea están metidos en una carrera contra el reloj para sacar del fondo del mar la mayor cantidad posible de esas municiones antes de que la corrosión disperse definitivamente por el mar su contenido.
Los científicos advierten además que el calentamiento de la temperatura del mar por la crisis climática acelera esa corrosión.
Generan diversos problemas. Desde la contaminación por químicos pesados como el plomo o el arsénico hasta explosiones y hundimientos de pesqueros cuando estos arrastran bombas con sus redes en un mar que en muchos sitios no llega al centenar de metros de profundidad.
Otro problema es la contaminación de la fauna marina, que funciona como transmisor de esa polución a los humanos que terminan comiendo pescado recogido en la zona.
Entre el armamento y la munición presente en el lecho marino hay convencional pero también miles de toneladas de armamento químico, ahora prohibido por convenciones internacionales, y que contiene químicos como gas mostaza.
El peligro está en que lo que se tiraba al mar no eran las carcasas de munición ya usada y hecha explotar, es decir, metal inservible, sino munición armada y preparada para usar, o que se usó y no explotó, y que por lo tanto sigue teniendo explosivo y sustancias químicas y podría explotar.
Otro problema es que impide el despliegue de energías renovables (turbinas eólicas sobre estructuras permanentes en el fondo del mar) porque no hay ningún mapa actualizado de la disposición de toda esa basura militar. Además, las corrientes mueven esos desechos, por eso una parte ha ido saliendo todos estos años por sí misma hacia las playas.
Hasta ahora, cuando se encontraba munición que ponía en peligro la construcción de turbinas eólicas se retiraban, pero el proceso es caro y peligroso. Cuando no era posible o era muy caro, se hacían explotar de forma controlada, una práctica criticada por los biólogos marinos y los medioambientalistas.
Una de esas “soluciones” se dio en 2019, cuando en una maniobras de la OTAN la Marina alemana detonó 42 minas marinas en un área de protección marina del Báltico occidental sin tomar ninguna medida de protección. Se confirmó la muerte de 10 delfines.
Alemania puso en marcha en febrero el primer programa al respecto con una dotación de 100 millones de euros.
Es proporcionalmente el país más afectado y a su puerto de Kiel llegan casi a diario pesqueros cargando munición antigua. Ese programa sufragará la detección, recogida y destrucción de armamento.
El proyecto presentado este viernes en Palanga, Lituania, por el comisario europeo de Medio Ambiente, Virginius Sinkevicius, busca que con financiación europea se coordinen todos los países ribereños y que sufren en algún grado el mismo problema: Alemania, Dinamarca, Estonia, Finlandia, Letonia, Lituania, Polonia y Suecia.
El dinero europeo servirá para recoger datos y para poner en común las ideas de los expertos de los países de la región sobre cómo se podría recoger toda esa munición de la forma más segura, rápida y económica posible.