Chiquito Romero volvió a aparecer en los penales ante Palmeiras y lo metió en la final de la Libertadores
Boca, Boca, siempre Boca. El equipo argentino jugará su 12° final de Copa Libertadores, es el que más veces accedió a esta instancia desde 1960, cuando se disputó por primera vez el máximo torneo de clubes. Y ahora va por su séptimo título para alcanzar a Independiente y convertirse, además, en el máximo ganador histórico. Lo logró tras superar en los penales a Palmeiras en el Allianz Parque de San Pablo con un Sergio Romero enorme y un Edinson Cavani en modo crack. Fue 1-1 en los 90 minutos, de los que luchó durante media hora con diez futbolistas por la expulsión de Marcos Rojo. Pero por tercera serie consecutiva (había superado a Nacional y Racing) logró avanzar y el 4 de noviembre jugará la final ante Fluminense en el Maracaná de Río de Janeiro. La obsesión de los hinchas y el máximo objetivo de Juan Román Riquelme como dirigente se cumplió. Para coronar, deberá dar un último paso.
El primer tiempo de Boca fue soñado. Le salió todo al equipo argentino en el Allianz Parque. Incluso el campo de juego -protagonista en la previa y en el desenlace- jugó a favor del visitante. Merentiel y Barco le agarraron la mano enseguida: el problema es el control, pero para tocar de primera y correr al espacio es perfecto. Y en la primera que el uruguayo pudo primerear de cabeza y sacar de la cueva a Gustavo Gómez, Boca se puso en ventaja. Iban 23 minutos cuando Merentiel peinó la pelota y echó a correr hasta que dejó debajo del arco a Edinson Cavani, que se estiró y marcó el 1-0.
Se sacó la mufa Boca y con el gol en el Allianz Parque cortó una racha de 346 minutos sin marcar en la Copa. No había había tenido suerte en las idas ante Racing y Palmeiras, pero este jueves en Brasil lo que tocaba lo convertía en oro.
Sufrió apenas en el primer tiempo por la estrategia de Abel Ferreira, que armó una línea de tres en el fondo y soltó a Piquerez por la izquierda. Advíncula y Medina dudaban cada vez que los atacaban porque se sumaban Raphael Veiga y Gabriel Menino para generar superioridad numérica. De allí salieron los centros más peligrosos al área de Boca, que se defendió bien de arriba.
Pero el punto más alto del equipo de Almirón fue la solidaridad. Y el abanderado en ese rubro fue Cavani. El uruguayo, con toda su chapa y sus años encima, se sacrificó por el equipo. Terminaba defendiendo entre Pol y Equi Fernández y Boca le cerró los caminos a Palmeiras, que sentía la presión de su público y se cargó de amarillas (Raphael Veiga, Rony y Gómez).
Pero si el primer tiempo había sido casi perfecto, el segundo fue de un padecimiento lento y doloroso. Lo que al principio salía bien, ahora estaba mal. Ferreira metió un par de cambios: Endrick saltó al campo y revitalizó el ataque local. Macedo entró por Rocha y fue de puntero izquierdo. No por nada el Verdao ganó dos Libertadores con el DT portugués. Y Boca se desorientó. A los 5, Rojo vio la amarilla por levantar demasiado la pierna ante Rony.
Almirón reaccionó: puso a Valdez por Merentiel y armó una línea de cinco en el fondo. Pero enseguida Rojo fue imprudente, se tiró a los pies de Endrick y el uruguayo Matonte lo expulsó. Boca se quedaba con uno menos y todavía faltaba una eternidad. Valentini entró por Barco (tiró olímpico un córner que dejó mal parado al equipo) y la visita se puso a defender la ventaja con el corazón.
No mostró mucho Palmeiras. Pero con un tirito de Piquerez que se le movió a Romero logró el empate y se fue entero por el triunfo. El desconcierto en Boca duró varios minutos hasta que Cavani pudo aguantar la pelota arriba y Equi Fernández sacó la cara por el equipo para pedir la pelota, cuidarla y fabricar faltas que le dieran aire al equipo.
El resto lo hizo Chiquito Romero. Le tapó a un cabezazo a Rony, tuvo una doble atajada ante Mayke y Zé Rafael. Y en el final sacó una chilena otra vez a Rony que tenía destino de gol. Sabía Palmeiras que llegar a los penales no era negocio. Boca, en cambio, ya estaba jugado y sin fichas.
Fue injusto que Cavani fallara el primer penal por el partidazo que jugó (demostró ser un crack, aunque no le hacía falta), pero después Chiquito Tapó consecutivamente los remates de Veiga y Gómez y le dio la ventaja a Boca, que ya no falló y sacó boleto para Río de Janeiro.
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