comenzó la gira con la que recorrerá 47 ciudades de 13 provincias

Patricia Bullrich mezcla un mazo de cartas españolas mientras habla de los nietos. Sentada enfrente suyo, la boxeadora Locomotora Olivera le insiste en que por más ajetreada que sea la campaña tiene que hacer 20 minutos de ejercicio por día y se ofrece a entrenarla.

Las charlas adentro de la «Patoneta» -un motorhome ploteado para la ocasión- se interrumpen porque se llegó a una nueva parada o porque a Bullrich le suena el reloj inteligente: la llaman de una radio de Salta. Desenrolla del bolsillo el ayudamemoria para anunciar los próximos destinos de la gira que inició este viernes y tiene 47 paradas hasta la elección general de octubre.

La candidata presidencial de Juntos por el Cambio apuesta de lleno a la épica de las recorridas y el contacto directo con la gente. Necesita retener sus votos más los que sacó Horacio Rodríguez Larreta y sumar nuevos para garantizarse un lugar en el balotaje, mientras sus otros dos contendientes, Javier Milei y Sergio Massa, polarizan entre ellos para intentar dejarla fuera de combate.

Para el puntapié inicial el equipo de JxC buscó lugares simbólicos para su discurso contra el kirchnerismo. La caravana arrancó en Morón, en la Puerta del Aeropuerto de El Palomar, que dejó de funcionar. «Está abandonado por la desidia del kirchnerismo», lanzó Bullrich. El segundo stop fue en el Hospital Posadas, donde estalló el escándalo del «vacunatorio vip». «Lo único que les importó fue salvarse ellos. Nunca más un país con privilegios», declaró desde ahí.

La tercera frenada fue antes de la entrada al Aeropuerto de Ezeiza. «Este lugar fue la puerta de salida de familias enteras, de abrazos de llanto y dolor profundo por los que se fueron porque no veían futuro en Argentina. Nosotros vamos a ordenar el país para que esos abrazos sean abrazos de alegría de gente que elige volver al país», afirmó.

La gira se detuvo de nuevo en Cañuelas y siguió viaje a Bolívar, donde el equipo pasará la noche para volver a salir el sábado hasta Olavarría y Bahía Blanca. En total el cronograma plantea 47 ciudades o pueblos. Muchos dentro de Buenos Aires, pero también en otras 12 provincias: Corrientes, Chaco, Santa Fe, Entre Ríos, San Juan, Mendoza, Córdoba, Santiago del Estero, San Luis, Tucumán, Salta y Jujuy.

Aunque a algunos lugares llega en avión, el medio elegido para moverse es un motorhome sobre el que no hay consenso aún de si van a llamarlo «Patorodante», «patoneta» o «patomóvil». Lo estrenaron este viernes y la ex funcionaria Laura Alonso, que llegó temprano al punto de partida, fue una de las encargadas del ploteo.

Le pusieron calcomanías imantadas que si van a mucha velocidad se despegan, así que las sacan antes de subir a la ruta y frenan en las entradas de los pueblos para volver a ponerlas. «Así es la campaña, a pulmón», se ríe un militante.

La camioneta Mercedes lleva en cada costado una imagen de Bullrich con poncho y sombrero -de cuando marchó a caballo en un reclamo del campo de 2001, junto al slogan «La fuerza para ordenar el país» y el hashtag #EsAhora.

Pero el detalle más llamativo es el dibujo de un pato que espanta a Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa, hechos caricaturas.

Los dirigentes de Juntos se van sumando por tramos. Además de su candidato a vice, Luis Petri, estuvieron en el arranque los diputados Cristian Ritondo, Karina Banfi, Hernán Lombardi, el intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, y Diego Santilli, del equipo de Larreta, que se sumó a la campaña.

«Todo Juntos por el Cambio se unió después de la interna. Pero lamentablemente eso, que es muy importante, quedó diluido por el el triunfo de Milei que se llevó la atención el día después de la elección», consideran.

Sin embargo, en la campaña de Bullrich el eje discursivo central sigue siendo contra el kirchnerismo. «Es el peor gobierno de la historia. Al presidente no lo vemos, es un fantasma, es lamentable», apunta Bullrich. Pero de Milei no habla si no le preguntan. Deja que sean otros los dirigentes del espacio que lo confronten, desarmando sus argumentos. ¿Por qué?

«Cuando dice que somos la única oposición real está haciendo alusión a él», considera una mujer de su equipo. «El que rompió el código de no agresión fue Milei, no nosotros. Que diga lo que quiera. Dejándolo hablar se hunde solo. Ya está desandando el camino de todo lo que decía. Ni siquiera sé si quiere ganar de verdad o eso lo asusta«, considera otra dirigente de peso.

«Hay tiempo, vamos de a poco», apunta otro candidato. En una entrevista telefónica le preguntan por Milei, que recientemente la trató de «montonera tirabombas». «Milei que no insulte más. A cada palabra suya vamos a responderle. Conmigo Milei no se mete», lanzó con una contundencia novedosa, que fue festejada por la Locomotora Castro. «¡Eso! ¡Así!», celebró mientras tiraba puños al aire.

El dilema abierto sobre si Macri coqueteaba, o no, con Milei lo consideran caso cerrado. «Está claro que Mauricio es Juntos por el Cambio total y absolutamente. No hay ningún espacio para la duda», asegura Bullrich en diálogo con Clarín.

Cuando llega el momento de motorhome empiezan los saludos y abrazos, en su mayoría de la militancia convocada, pero también de seguidores que se acercan espontáneamente. «Yo soy militante de la diaria. Doy la pelea en cada mesa familiar y fiscalizo. Nunca la vi en vivo, estoy muy emocionada», asegura Daniela, de Gorchs, un pueblo sobre el kilómetro 145 de la Ruta 3.

Aunque Bullrich no come harinas, el ritmo de la campaña la obliga a infringir. En la bajada de Cañuelas paran en una parrilla y el menú es peronista: choripán para todos y todas.