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El campo europeo estalla y las consecuencias pueden ser graves para Europa

El campo europeo, alimentado con unos 400.000 millones de euros cada siete años en subvenciones financiadas por la Unión Europea, nunca había estado tan alterado como en los últimos meses.

La inflación del período 2022-2023 y lo que los productores agropecuarios consideran un exceso de normativas medioambientales, está despertando protestas en buena parte del bloque.

Su efecto es ahora mayor porque puede alterar el resultado de las elecciones europeas, que deben celebrarse el próximo 9 de junio. El campo fue tradicionalmente conservador y su voto iba sobre todo a los partidos de la familia conservadora tradicional, democristianos. Eso cambió. La extrema derecha, agarrada a su negacionismo de la crisis climática, vio en el campo un caladero para pescar votos a su enemiga la derecha tradicional.

La extrema derecha intenta convencer a los europeos que dependen del campo para ganarse la vida que la Unión Europea es su enemiga, que sus políticas buscan en realidad, a pesar de esa masiva ayuda que evita que lo que se come en Europa sea esencialmente importado, acabar con la producción de alimentos en el Viejo Continente.

Granjeros franceses protestan en Nantes. Foto: Loic Venance / AFPGranjeros franceses protestan en Nantes. Foto: Loic Venance / AFP

Atizando esos miedos, y con ayuda de mentiras que corren sobre todo por las redes sociales, los partidos ultras se lanzan a animar esas protestas. Este miércoles se celebró en Bruselas una conferencia organizada por un centro húngaro, financiado por el gobierno del ultranacionalista Viktor Orban, titulada “Luchar contra la guerra de la Unión Europea contra la agricultura”.

Los movimientos de protesta se suceden en el campo desde hace meses. Franceses, alemanes, belgas, luxemburgueses, húngaros bloquean carreteras y detienen la producción. Hay problemas comunes, como la subida de los precios de los insumos o la exigencia de que haya unos precios mínimos garantizados para la venta de sus productos.

Apareció un nuevo problema el año pasado cuando la Unión Europea aceptó eliminar los aranceles a los productos ucranianos, que se comieron trozos enteros del mercado europeo porque son mucho más baratos.

Protesta agraria con tractores cerca de Tinteniac, Francia. Foto: Damien Meyer / AFPProtesta agraria con tractores cerca de Tinteniac, Francia. Foto: Damien Meyer / AFP

Los ministros de Agricultura de la UE intentan buscar respuestas.

Terror a la transición ecológica

Este martes, reunidos en Bruselas, hablaron durante horas sobre qué hacer. La Comisión Europea lanzará este jueves un “diálogo estratégico” con el sector, que busca sobre todo tranquilizar, frenar, los debates sobre la transición ecológica, que produce pánico en el campo. Para que no pase como en Italia, en Suecia y en los Países Bajos, donde la extrema derecha ganó las elecciones atizando el miedo de la población del campo.

El ministro español de Agricultura, Luis Planas, resumió perfectamente la situación: “La extrema derecha intenta utilizar a los agricultores como palanca política. Hay que defenderlos sin manipulación política. Este diálogo tenía que haber empezado cuando se presentaron las propuestas del Pacto Verde Europeo, pero nunca es demasiado tarde si se hace bien, porque la voz de los agricultores hay que escucharla”.

El riesgo es además a frenar la transición ecológica.

El gran perdedor de votos de ese auge de la extrema derecha es el Partido Popular Europeo, la familia conservadora tradicional. Así que antes de seguir perdiendo votos por su derecha decidieron unirse a la extrema derecha y presentarse como el partido de los agricultores, el que quiere frenar la lucha contra la crisis climática. Hasta el punto de dar marcha atrás en acuerdos que parecían cerrados, como el de la utilización de pesticidas, que debe reducirse.

No hay en las normas actuales grandes cambios que afecten al campo como sí a otros sectores económicos, sobre todo al transporte o a la generación eléctrica, pero todos esperan que vayan llegando.

Agricultores franceses descargan vegetales congelados belgas, durante una protesta del campo en Francia. Foto: Sylvain Thomas / AFPAgricultores franceses descargan vegetales congelados belgas, durante una protesta del campo en Francia. Foto: Sylvain Thomas / AFP

Varios gobiernos ponen deberes a la Comisión Europea sobre qué debe salir de ese diálogo. Lo principal sería asegurar ingresos suficientes a los agricultores y acompañarlos, con fondos, en la transición ecológica.

Los gobiernos no tienen una varita mágica y en la reunión del martes varios ministros de Agricultura, cuentan fuentes al tanto de la reunión, reconocieron que el malestar en el campo es profundo y que no tiene sólo que ver con los problemas de precios.

Hablan de un descontento generalizado porque creen que esa transición ecológica es urbana, que se les dicta y no se los consulta y que se los humilla. Ahí es donde entra la extrema derecha, presentándose como la defensora del pequeño agricultor contra la élite de Bruselas.


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