El cerco a la ciudad de Gaza es la batalla definitiva
El discurso del Secretario General de Hezbollah Nassan Nasrallah es de una notable relevancia estratégica porque fija las prioridades y los tiempos para el vuelco de su potencia militar en la guerra entre Israel y Hamás; y parte de la premisa del significado histórico que tiene el asalto de Hamás a Israel realizado el sábado 7 de octubre, que le infligió 1.400 muertos a su población civil, ocupó 22 localidades y bases militares en su territorio, y secuestró a 240 israelíes y extranjeros que mantiene como rehenes en la Franja de Gaza.
“Lo que ocurre en Gaza no es una guerra como las otras, sino es un combate crucial, decisivo, e histórico, surgido del extraordinario éxito del 7 de octubre”, señala el líder de la comunidad chiita libanesa.
“Hezbollah entró en la batalla el 8 de octubre – subraya Nasrallah -, y sus operaciones se desarrollaron en una primera etapa en la frontera Sur del Líbano”, “…y esto es lo que ha obligado al enemigo (las Fuerzas de Defensa Israelíes/FDI) a mantener su contingente en el Norte, y a reforzarlo”.
El cálculo del líder de Hezbollah es el siguiente: un tercio del Ejército israelí está desplegado ahora en la frontera Norte; y lo mismo sucede con la mitad de sus capacidades navales, y con 25% de sus fuerzas aéreas; y todo esto evita que este enorme dispositivo esté combatiendo a Hamás en la Franja de Gaza, dónde las FDI están empeñadas en la batalla decisiva.
Mientras tanto, Hezbollah mantiene intacto su poderoso arsenal de 150.000 misiles, muchos de ellos balísticos, que es cuatro veces superior al de Hamás.
Al mismo tiempo, Nasrallah estima que “…unas 34 colonias israelíes han debido ser evacuadas, y más de 58 colonias están prácticamente vacías”, lo que constituye una fuerte presión económica y psicológica para el Estado de Israel.
Pero eso no es lo fundamental porque lo esencial es lo que sucede con el poder militar del Estado Hebreo, y el impacto que esto tiene en el equilibrio de fuerzas en la región.
En definitiva, lo que ocurre en el Norte de la Franja de Gaza es la batalla crucial entre Israel y Hamás; y es lo que va a decidir el paso de Hezbollah de la Guerra de fronteras a la Guerra total, que desataría no solo sobre el Estado Israelí, sino también respecto a EE.UU. (lo que implica, y en primer lugar, las dos flotas de ataque encabezadas por sendos portaaviones nucleares, y los casi 5.000 “marines” embarcados en ellas).
Israel actúa con un plan metódico y determinado destinado a cercar y destruir el núcleo de la fuerza de Hamás ubicado en el Norte de la Franja de Gaza. “Ganar no es ganar en todo sino solo en el frente principal”. Esto es lo que decide si una guerra se gana o se pierde.
Un aspecto esencial de la primera parte ya se ha cumplido, y es el cerco completo de Hamás realizado en la ciudad de Gaza por tres columnas blindadas e infantería de la FDI.
De esas tres columnas, dos entraron por el Norte y la restante cortó horizontalmente la Frontera Sur; todo esto respaldado por un extraordinario despliegue – en intensidad y número – de la aviación militar israelí.
Ahora ha comenzado la etapa de destrucción sistemática de los búnkeres y subterráneos de Hamás en esa zona. Hay que agregar un dato estratégico esencial y es que todos ellos están absolutamente identificados (no hay misterios ni “neblinas” para Israel en este sentido); y pretende culminar esta tarea, que tiene objetivos pero no límites temporales, con la destrucción del cuartel general de Hamás en la ciudad de Gaza, que está situado por debajo del Hospital Al Shifa, que es el principal de la zona y que está ubicado a 6/8 pisos de profundidad, en una acción que ha sido cuidadosamente estudiada y ejercitada.
El presidente Joe Biden, a través del Secretario de Estado Anthony Blinken le ha pedido al Premier Benjamín Netanyahu, y al Consejo de Guerra Israelí, que integra entre otros el Jefe de la Oposición, Benny Gantz, que se establezcan “pausas” en los combates de carácter humanitario.
La respuesta del gobierno israelí fue tajante, inequívoca y unánime: no habrá “pausas” de ningún tipo en la acción contra Hamás porque el objetivo es destruir la organización responsable del 7 de octubre.
Es evidente que la influencia del gobierno del presidente Biden sobre la administración israelí es nula o negativa, lo que revela dos cosas: la primera y fundamental es que en todo lo que se refiere a su supervivencia como Nación y como Estado, Israel no está dispuesta a ceder aspecto alguno de su capacidad de decisión a ningún país del mundo, aunque sea EE.UU., su principal aliado: “Lo que torna imposible un segundo Holocausto es la existencia del Estado de Israel y de sus Fuerzas de Defensa”, sostuvo Menájem Beguín, ex premier israelí y líder del Irgún, heredero de Zeev Jabotinsky, creador del Sionismo revisionista.
El otro aspecto de esta cuestión crucial es el notorio debilitamiento geopolítico de EE.UU., provocado por la agudización de su crisis política interna.
Israel, en suma, tiene un solo y nítido objetivo, que es la destrucción de Hamás, y este es un punto en el que hay unanimidad tanto en el gobierno como en la sociedad.
Nassan Nasrallah coincide con el gobierno israelí sobre donde está situado lo esencial de esta guerra de alcance global del siglo XXI
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