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El doloroso regreso al kibutz Kfar Aza de un sobreviente del ataque de Hamas en Israel

Amnon Tal es el primero en regresar a su kibutz en ruinas para recuperar lo que pueda luego del ataque islamista de hace 10 dias. «Vamos donde la familia Fakter; tengo que recuperar sus cosas, voy a llamarlos», dijo conduciendo a toda velocidad en medio de escombros ennegrecidos.

El 7 de octubre en la mañana, el pueblo comunitario Kfar Aza, situado a 1,5 km de la franja de Gaza, fue atacado por decenas de hombres armados de Hamas provenientes del territorio palestino. Pasaron casa por casa para ejecutar a los habitantes, según las autoridades israelíes.

Durante las horas que duró el ataque, al menos 100 de los 700 habitantes del kibutz, entre los cuales niños, fueron asesinados, afirma el ejército israelí.

Hablando por teléfono con su vecina, Amnon Tal pasa por la sala devastada por los combates, mira el cuarto de los niños y recupera en un armario tarjetas de celebración y un poco de dinero en efectivo.

En el cofre de su vehículo ya lleva el retrato enmarcado de un vecino, descolgado de su sala, para ser colocado en su ataúd.

Las llaves que le dieron los vecinos ya no sirven para nada. En Kfar Aza, ninguna casa tiene puerta ni ventana.

«Las personas que hicieron esto no son humanos, son animales, mataron sin problema, como para divertirse», dice.

Manchas de sangre se esparcen en la pared de un dormitorio en el kibutz Kfar Aza, en el sur de Israel, cerca de la Franja de Gaza. Foto AFPManchas de sangre se esparcen en la pared de un dormitorio en el kibutz Kfar Aza, en el sur de Israel, cerca de la Franja de Gaza. Foto AFP

Frente a su casa, el aviso «Familia Tal» está tirado sobre el prado. Amnon, el padre de familia, un israelí de origen indio que trabaja en la fábrica de plástico local, muestra la piedra del jardín que sirvió a dos atacantes para romper el vidrio de su puerta e invadir la casa.

«Mire allá, disparararon desde la ventana con kalachnikov», dice mostrando en la cocina su refrigerador perforado.

El cuarto de su hijo está impactado por balas, hasta en la pantalla de su juego video. Casquillos dorados de balas de los fusiles de los islamistas de Hamas cubren el colchón del adolescente de 16 años.

Durante el ataque, Amnon se refugió con su hijo en el búnker anticohetes de la casa. Un cuarto reforzado con una puerta blindada que abre desgraciadamente desde el interior y el exterior.

un cargador de armas en el suelo de una casa, tras una infiltración mortal de pistoleros de Hamás desde la Franja de Gaza, en el kibutz Kfar Aza. Foto Reutersun cargador de armas en el suelo de una casa, tras una infiltración mortal de pistoleros de Hamás desde la Franja de Gaza, en el kibutz Kfar Aza. Foto Reuters

Desde los primeros disparos, el padre, con solo un cuchillo de carnicero de 30 cm como arma, tuvo la buena idea de retirar la empuñadura exterior de la puerta.

«Me quedé así con el cuchillo en la mano durante cuatro horas», dice pegado a la puerta volviendo a representar la escena con los ojos desorbitados.

Amnon Tal no quiere oir hablar de apoyo sicológico. Dice ser «muy fuerte» y prefiere ser útil para ayudar a su comunidad traumatizada.

Su familia fue albergada de manera segura con otros sobrevivientes en un kibutz del centro del país.

«No regresaremos mientras no se haya terminado con» Gaza, dice, señalando con la mano el territorio palestino.

Afuera, tanques israelíes y cañones que apuntan a los edificios de Gaza, disparan a cada momento.

Desde el 7 de octubre los bombardeos han causado casi 3.500 muertos en el pequeño territorio palestino de 2,4 millones de habitantes, bloqueado por Israel.

Más de 1.400 personas murieron en Israel, en su mayoría civiles asesinados el día del ataque de Hamás, que secuestró además a 199 personas, según las autoridades israelíes.


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