Irene Shashar tenía tres años cuando su madre la sacó del gueto de Varsovia por una alcantarilla en 1941 y la escondió durante años en el armario de unos amigos para salvarla de una muerte segura. A sus 86 años, su misión es contarle al mundo que ella venció a Hitler y asegurarse de que nunca se repita otro Holocausto.
Alegre y vivaz, Shashar habló con la agencia EFE desde el Parlamento Europeo, donde se realizó una sesión especial por el Día Internacional de Memoria de las Víctimas del Holocausto.
Lleva una brillante campera roja, sus anteojos de montura azul, un lazo amarillo para pedir el retorno de los rehenes en Gaza y un colgante con una chapa metálica que repite el mismo deseo en inglés: «Bring Them Home» (Tráiganlos de vuelta a casa).
-Ante el Parlamento habló de su culpabilidad como niña escondida. ¿Por qué?
-No entendía por qué se me castigaba. Los alemanes entraron a Varsovia en septiembre de 1939. Yo tenía 1 año y siete meses. Al año y medio me convertí en una niña escondida. ¿Qué pecados podía haber cometido para que se me meta en un hueco a oscuras y se me diga ‘no me llames y no te quejes’?
-¿Y cuál cree que es la respuesta?
-Hoy en día sabemos que fue por el hecho de haber nacido judía. Hitler quiso exterminarme. Yo sobreviví, pero un millón y medio de niños no. A veces me pregunto, ¿será que he tomado el lugar de otra niña? Que si a mí me hubieran matado, ¿ella hubiera sobrevivido? Me lo pregunto no por la culpabilidad, sino más bien por la misión que tengo al haber sobrevivido.
-Usted lleva décadas contando su historia. ¿Le ayuda a aliviar el peso del pasado?
-Cien por cien. Cada vez que hablo a estudiantes, a maestros o diplomáticos al principio me es difícil entrar en el tema, pero una vez que he entrado siento un alivio cuando termino. Es como si la mochila pesada que he llevado en mis hombros la descargase a la siguiente generación, con la esperanza que ellos puedan seguir el mensaje que yo trato de pasar, la advertencia de que nunca jamás en las generaciones venideras esto vuelva a tener lugar.
-También ha lanzado dentro del Parlamento una alerta sobre el ascenso del antisemitismo. ¿Ve un paralelismo entre lo que sintió de niña y las actitudes que se ven ahora?
-No hay comparación, porque el Holocausto fue una barbarie que duró seis años y fue multinacional. No se puede comparar, pero sí ha sido una masacre. Yo he hablado con otros sobrevivientes y para nosotros ha sido como una cosa viva, real, que te devuelve a la mente los recuerdos. El escondite, el alemán parado con el fusil, el alemán disparando, matando uno a uno y después sacando una botella de licor y tomándose unos tragos de alcohol para olvidarse lo que hizo. Aquí el ‘déjà vu’ se convirtió en el terrorista que llama a su padre y que le dice: «papá, papá, he matado a quince judíos».
«He hablado con otros sobrevivientes y para nosotros ha sido como una cosa viva, real, que te devuelve a la mente los recuerdos. El escondite, el alemán parado con el fusil, el alemán disparando, matando uno a uno y después sacando una botella de licor y tomándose unos tragos de alcohol para olvidarse lo que hizo»
-Si tú te quemas una vez segunda vez te recuerda a la quemadura anterior. He visto las caras de esos terroristas en los vídeos. Se vienen recuerdos tristes, recuerdos dolorosos. Uno no puede comprender cómo un ser humano puede llegar a tal barbarie.
-¿Cómo ha vivido los cuatro últimos meses en su país, Israel, siendo consciente de ambas partes del conflicto?
-Muy duro, sobre todo muy duro porque tengo un nieto en el ejército (israelí). ¿Sabes lo que es para mi hija cada día que no sabe de él? Es un martirio. Nosotros no elegimos atacarlos, ellos nos atacaron. Yo entiendo que el pueblo de Gaza no es culpable de lo que ha pasado y lo que está pasando, pero el pueblo tiene su voz. Ellos debían levantar su voz sabiendo que estaban siendo dominados por Hamás, que Hamás construía túneles cuando ese dinero que se le mandaba debía ser para el florecimiento del país, para que sembraran y cosecharan. Que se escondan detrás de esa gente inocente me duele mucho. Me duele mucho lo que está pasando, pero es la única manera de que nunca jamás se vuelva a repetir.
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