LocalesNacionalesNoticias

Elogio a la incomodidad

Lo peor de todo no fue que la puesta que el Ballet Estable del Teatro Colón hizo semanas atrás de La fierecilla domada fuera divertidísima y magistral. Lo peor fue que era imposible dejar de maravillarse, mientras sobre el escenario una joven inteligente y libre era «amansada» a la fuerza para enamorarse.

La fierecilla domada, por el Ballet Estable del Teatro Colón.La fierecilla domada, por el Ballet Estable del Teatro Colón.

La comedia escrita por William Shakespeare en 1594 es una de sus piezas más populares y la quinta más veces traducida al castellano, solo superada por Romeo y Julieta, Hamlet, Macbeth y El rey Lear.

La historia es simple: Catalina es una muchacha hermosa pero díscola, que espanta a sus posibles pretendientes a los golpes si es necesario. Por eso, su padre la entrega en matrimonio a Petruchio, que entiende que el modo de «domesticar» a la chica es haciéndola pasar frío y hambre hasta que acepte avenirse a su destino: el de una mujer casada y mansa.

Transpuesta por el coreógrafo John Cranko en 1969 para el Stuttgart Ballet, su fierecilla fue protagonizada por Marcia Haydée, bailarina y musa de Cranko, que estuvo en Buenos Aires cuidando esta adaptación.

Carácter machista

Consultada por Laura Falcoff para Clarín sobre el carácter machista de la historia para una mirada actual, la bailarina dijo: «La fierecilla es un clásico y representa una época; además ¿por qué alguien se ofendería por algo que es irreal? No sé qué ocurriría si, cada vez que se producen cambios sociales, hubiera que revisar todo lo que viene creando la humanidad».

La bailarina y coreógrafa brasileña Marcia Haydee asiste a un ensayo en el Teatro Colón. Foto: Maxi Failla.La bailarina y coreógrafa brasileña Marcia Haydee asiste a un ensayo en el Teatro Colón. Foto: Maxi Failla.

No le falta razón a Marcia Haydée. Ante la censura, los recortes o las dudosas adaptaciones para hacer de ciertos clásicos obras aceptables a la sensibilidad de este tiempo, tal vez sea necesario un alegato en favor de la incomodidad.

Fue perturbador disfrutar de esa historia reñida con nuestras ideas y es justamente todo lo que dice esa tensión entre épocas lo mejor de la experiencia.

En lugar de negar el machismo de la obra o disimularlo, fue más interesante transitar esa incomodidad, dejar que sacudiera las sensibilidades del presente, permitirse la risa cuando la coreografía y la extraordinaria interpretación la provocaban y dejarse sacudir por una poderosa superposición de tiempos en choque.

Sí, hay varones que aún «doman» a sus mujeres porque pueden. Los hay que las doman hasta el femicidio. Y estos clásicos son valiosísimos porque nos recuerdan que el pasado suele ser mucho más presente de lo que pensamos.


Source link

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba