«Empezamos tocando en plazas y boliches del interior de Uruguay»
A mediados de la década del ’90, Emiliano Brancciari era un tímido adolescente montevideano que pasaba las tardes escuchando rock y tocando la guitarra. Su anhelo era subirse a un escenario a cantar.
El año próximo, NTVG cumplirá tres décadas. El inicio fue en una plaza de la capital uruguaya, una tarde del invierno de 1994. «Éramos una banda de covers, tocábamos donde hubiera un espacio, donde nos dieran un lugar», le cuenta Brancciari a Clarín.
En la previa del primer show, el baterista hizo una pregunta clave: «¿Qué nombre va a tener la banda?». Brancciari demoró la respuesta, el nombre que había pensado le parecía malo. «No te va a gustar», dijo por fin. Del equívoco surgió la aprobación unánime (pero sin la «a»). Desde entonces, por cábala, la banda mantiene en secreto ese primer nombre que nunca se usó.
Denis Ramos, trombonista del grupo, extraña los inicios. Un grupo de amigos que se subía a un micro y recorría el interior de Uruguay tocando en boliches. «Eran escenarios que se armaban al lado de las pistas de cumbia. Había 200 personas bailando cumbia y 20 escuchándonos a nosotros», dice Ramos.
Los primeros desafíos
El dinero también era un problema. Los integrantes de la banda pedían pequeños préstamos a familiares y amigos. Lo recaudado se destinaba íntegramente a mejorar el sonido. Además tenían que ocuparse de la difusión de los shows y la convocatoria. Las giras por las playas uruguayas fueron forjando el necesario boca en boca.
Para Brancciari hubo otro desafío. Como compositor tuvo que despojarse del recelo de exponer lo que escribía, de someter sus letras al juicio de esos que seguían siendo sus amigos pero que ahora también eran sus socios. Él, que es un tímido, tuvo que adaptarse. Y ese proceso transcurrió como una subtrama, sin sobresaltos, de la historia de la banda.
Entre fines de los años ’90 y la primera mitad de los 2000, No Te Va Gustar se consolidó. A la aprobación del público le siguieron los primeros éxitos comerciales. Pasó lo que le pasa a todas las bandas que despegan: el primer disco (Sólo de noche, 1999), los primeros hits (Clara, No hay dolor, Verte reír), nuevos estilos musicales (ska, reggae, murga), gente que abandona el grupo y otra gente que se suma, el reconocimiento de colegas y la fama.
Por esa época empezaron a cruzar el Río de la Plata para tocar en Buenos Aires.
«Siempre estamos recordando anécdotas de esos años. Tocar así, sin tantas posibilidades técnicas, te da algo muy importante: oficio«, dice Brancciari. «Hoy tenemos que ir a tocar a Kosovo y sabemos que, pase lo que pase, el show sale», agrega Ramos.
El Vélez de 2024
NTVG tiene fans en todo el mundo. México, Colombia, España y Estados Unidos son algunos de los países adonde la banda llevó su música. Las comodidades de las giras internacionales contrastan con aquellas noches de boliches y de playas.
El 6 de abril de 2024, el grupo uruguayo se presentará en Vélez para iniciar los festejos de sus treinta años. Desde aquel show en una plaza de Montevideo a esta nueva gira por estadios y teatros de Sudamérica y Europa.
«Las cosas cambiaron para el afuera. Nosotros, hacia el interior del grupo, seguimos siendo igual. No hay lugar para el ego. Si uno se pasa, enseguida lo acomodamos entre todos. No hay lugar para creérsela», coinciden.
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