Escala la rebelión de las iglesias africanas contra el Papa por la bendición a los homosexuales

Mientras se expanden los pronunciamientos y las polémicas por toda la Iglesia a raíz del documento papal que permite las bendiciones pastorales a parejas homosexuales, en los 32 países africanos donde el ejercicio de la homosexualidad es un delito, incluso castigado con la pena de muerte, los episcopados católicos aceleran su pronunciamiento para dar vida a “una única declaración sinodal, válida para toda la Iglesia”.

En el Vaticano responde solo con un ominoso silencio y se activan los mecanismos para reducir los graves enfrentamientos que han llevado prácticamente a una rebelión abierta de la Iglesia africana.

Personaje central de esta movilización es el cardenal Frdolin Ambongo Besungu, arzobispo de Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo. De hecho, auspicia un bloque común para enfrentar al documento papal que ha desatado la más importante crisis interna en la Iglesia en los tiempos modernos.

El cardenal Ambongo Besungu es considerado cercano al Papa Francisco, aunque está organizando un pronunciamiento contrario a la línea el pontífice argentino con el documento favorable a las bendiciones a las parejas homosexuales, con la advertencia de que no tienen nada que ver con el matrimonio litúrgico.

Actualmente el cardenal es presidente de la Conferencia Episcopal Africana, que agrupa a todos los obispos africanos y es también miembro del grupo de nueve purpurados del mundo que forman paarte del organismo asesor del pontífice argentino.

En una misiva a todos los obispos africanos, defendió “el papel determinante de las Conferencias Episcopales” y la importancia de “evitar el riesgo de uniformidad y centralismo en el gobierno de la Iglesia”.

La iniciativa del cardenal Ambongo Besungu hace más delicada la situación para el Vaticano. El presidente de lo episcopales africanos atacó de frente al documento papal, elaborado por el cardenal argentino Victor Fernández, prefecto de la Doctrina de la Fe.

En su critica, el arzobispo de Kinshasa agrede “la ambigüedad de la declaración del 18 de diciembre” que “se presta a numerosas interpretaciones y manipulaciones, provoca una gran perplejidad entre los fieles”.

Más o menos lo mismo afirman los pronunciamientos ya conocidos de una docena de Conferencias Episcopales africanas, que consideran que se ha cometido un cambio doctrinal, porque detrás de esta rebelión está la cuestión del reconocimiento de la homosexualidad, un tema extremadamente delicado en África.

En un documento aclaratorio, el cardenal Fernández matizó que la bendición de parejas homosexuales o en situación irregular “no será litúrgica ni ritualizada” y que no supondrán “su justificación”. Fernández reiteró que “se trata de bendiciones sin forma litúrgica que no aprueban la situación en que se encuentran esas personas”.

Las aclaraciones no han amortiguado el escándalo: han servido para aumentar los ataques, sobre todo de la ultraderecha crítica del papa Francisco. El ex Prefecto de la Doctrina de la Fe, cardenal Gerhard Mueller, sintetizó sus críticas en una condena: “blasfemia”.

Más dura aún fue la condena del cardenal Robert Sarah, que por sus discrepancias con el Papa debió renunciar hace unos meses a la condición de Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos. Era el único representante africano entre los “ministros” del gobierno central de la Iglesia.

Sarah atacó ahora duramente al Papa en un artículo en el muy leído sitio llamado Septimo Cielo del semanario italiano L’Espresso.

Con tono militante y batallero agradeció a las conferencias episcopales africanas como Nigeria, Camerún y Chad por sus posiciones duras y alentó a los otros episcopados a hacer lo mismo.

“No nos oponemos al Papa Francisco pero nos oponemos firme y radicalmente a una herejía que socava gravemente a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, porque es contraria a la fe y la Tradición”, afirmó el radical Sarah.

El biógrafo del Papa y su frecuente interlocutor, Austen Ivereigh, intervino para pedir la dimisión del cardenal “por violar su juramento ante Dios cuando era cardenal”. Ivereigh acusó al cardenal Sarah de “juegos de poder”.

Estos movimentos sísmicos estimulan los enfrentamientos entre conservadores y progresistas en un nivel alarmante que ya muchos califican de caos.

Nigeria es el país más poblado de África y los católicos suman 46 millones. En un comunicado sus obispos afirmaron que las enseñanzas de la Iglesia Católica con respecto a las uniones gay no ha cambiado. Los comportamientos homosexuales restan contra natura.

“No es posible en la Iglesia bendecir las uniones del mismo sexo y las actividades entre personas gay. Esto significa ir contra las leyes de Dios y las enseñanzas de la Iglesia las leyes de nuestra nación y las sensibilidades culturales de nuestra gente”, sentencia.

Los mismos nigerianos agradecen a los feligreses “por el acompañamiento a las parejas casadas” y les piden seguir así “pidiéndoles continuar para sostener el sacramento del matrimonio y no dar nunca pasos atrás con respecto a la sacralidad del mismo”.

En Zambia, con cuatro millones de católicos, los obispos afirmaron que no consentirán las bendiciones para no violar las leyes del país, también en el respeto de la herencia cultural zambiana.

En 69 países del mundo ser homosexual es un delito y la mitad son africanos. Otros tres carecen de leyes específicas pero las autoridades condenan “de facto” a los homosexuales. Son Egipto, Irak y Afganistán.

La pena de muerte se aplica en Nigeria, Sudán, Mauritania, Pakistán, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Arabia Saudita, Yemen y Somalia.

La situación ha mejorado en Angola, Botswana y Mozambique, que han despenalizado la homosexualidad y Sudáfrica mantiene el primado de ser el país más abierto del continente, incluso con una ley de matrimonio igualitario. En Uganda, en cambio, ha sido aprobada una ley que discrimina duramente a las parejas homosexuales hasta con la pena a cadena a perpetua.

Para comprender la mentalidad hostil a los homosexuales de la mayoría de los africanos, los doctos invitan a interesarse en los valores culturales y de vida que se han desarrollado en el continente desde los siglos en que imperaba el colonialismo. En particular los británicos aprobaron leyes muy duras contra los homosexuales.

El radicado juicio negativo hacia la homosexualidad se debe a que el corazón de la civilización africana es la trasmisión de la vida, tanto como hecho biológico como realidad espiritual de naturaleza colectiva. En el centro de la visión del mundo africano está el concepto de comunidad vital y de “corriente vital”.

Esta “corriente vital” es la relación que liga al ser humano con sus genitores y también sus hermanos. Más en general, en lo que acomuna a un clan como conjunto de todos aquellos que son descendientes de un único. Esta unión vital es una realidad material y espiritual que comprende el cuerpo y el alma pertenecen a una familia en una línea circular que a través de la muerte torna a los antepasados, que la restituyen favoreciendo la concepción y el nacimiento de los dependientes.

Para la gran mayoría de los africanos, vivir significa habitar dentro de una comunidad y participar. Estas son las “corrientes vitales” en las familias, los clanes y las tribus. Ninguno en África vive individualmente, todos existen en cuanto participan de un nosotros. “Yo soy porque nosotros somos y porque nosotros somos es que yo soy”.