Hay mal humor entre Estados Unidos e Israel. Es porque el primer ministro Benjamín Netanyahu insistió esta vez con mayor intensidad posiblemente, sobre su posición contraria a la existencia futura de un Estado palestino como le demandan Estados Unidos y la Unión Europea, además de sus aliados regionales del mundo árabe.
Las declaraciones provocaron una recriminación inmediata por parte de la Casa Blanca. Y este viernes una imprevista llamada del presidente Joe Biden para reiterarle directamente al mandatario israelí que “la única salida a esta crisis es la solución estatal palestina” al tiempo que le reclamó que reduzca los daños sufridos a los civiles no beligerantes de Gaza, un problema que alimenta una creciente ofensiva internacional.
La operación militar se disparó por el sangriento ataque de Hamas el 7 de octubre que se saldó con la muerte de más de 1.200 personas, en su mayoría civiles, mujeres, niños y ancianos.
La conversación duró extensos 40 minutos y se produjo después de 27 días de silencio y de frialdad del gobierno demócrata asediado internamente por el apoyo que brinda a Israel en medio de imágenes del drama palestino, con más de 23 mil muertos en bombardeos indiscriminados, incluso en sitios supuestamente protegidos, las ciudades destruidas, sin alimentos, agua, energía u hospitales.
“Israel debe tener el control de la seguridad de todo el territorio ubicado al oeste del (río) Jordán. Es una condición necesaria, que está en contradicción con la idea de soberanía (palestina)”, dijo el primer ministro israelí un día atrás.
“Evidentemente, vemos las cosas de forma diferente”, respondió el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU., John Kirby.” El presidente (Biden) todavía cree en la promesa y la posibilidad de una solución de dos Estados”, dijo Kirby en la Casa Blanca. Fue un anticipo del mensaje en directo del jefe de gobierno norteamericano.
Biden y Netanyahu hablaron por última vez el 23 de diciembre y el silencio entre ellos desde entonces ha dado lugar a repetidas preguntas sobre una ruptura.
Ambos han tenido una relación notoriamente complicada desde que el año pasado el líder demócrata presionara al gobernante de derecha israelí sobre controvertidas reformas para reducir el poder de la justicia proyectadas por su Ejecutivo. Pero, al mismo tiempo, Biden ha apoyado firmemente a Israel desde el 7 de octubre, e incluso viajó al país tras los ataques, abrazando públicamente a Netanyahu y prometiéndole pleno apoyo.
La trastienda política
Hay otros trasfondos. Este controvertido dirigente político regresó al poder de Israel a fines del año pasado en alianza con partidos ultranacionalistas y ultraortodoxos, muy minoritarios, que en ninguna otra circunstancia podrían haber integrado el gabinete del país.
Desde esos cargos, particularmente en Economía y Seguridad Nacional, esas fuerzas integristas plantean que los palestinos de Gaza y Cisjordania deben ser convencidos a marcharse a otros países para crear un Gran Israel desde el Mediterráneo al Jordán. El pueblo palestino suma poco más de cinco millones de personas. El carácter arrasador de la ofensiva en Gaza, según algunos analistas, es un comportamiento a tono con esas nociones extremistas.
En caso de que Netanyahu acepte los planteos norteamericanos y europeos corre el riego de perder el apoyo de esos aliados, caería el gobierno, perdería su posición y debería enfrentar un racimo de cargos de corrupción en su contra. Una alternativa es el llamado a elecciones anticipadas
Es interesante en este sentido la observación de analistas como Ashei Pfetter en el diario Haaretz, quien en diciembre pasado señalaba que Netanyahu comenzó a difundir un video de campaña en el cual reafirma sus diferencias con EE.UU. sobre lo que debería suceder en Gaza. Una narrativa para el público y sus socios.
“La administración estadounidense sabe que Netanyahu no quiere que la Autoridad Palestina se apodere de Gaza el día después de que termine la guerra. Los estadounidenses también le han dejado claro que no les importan sus puntos de vista”, escribió.
Añadió que, lo cierto es que “silenciosamente, entre bastidores”, un equipo liderado por los principales lugartenientes de Netanyahu (el ministro de Asuntos Estratégicos, Ron Dermer, y el jefe del Consejo de Seguridad Nacional, Tzachi Hanegbi), “discuten ya cómo exactamente la Autoridad Palestina finalmente tomará el poder en Gaza”.
Según este observador Netanyahu sabe que sea cual sea el gobierno israelí que esté a cargo cuando llegue el momento, “no tendrá más opción que aceptar el plan estadounidense para Gaza”. También lo sabe la Casa Blanca.
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