Israel busca matar al principal líder de Hamas en la Franja y vuelve a bombardear los campos de refugiados

Israel advirtió que espera encontrar y matar en breve al líder del grupo terrorista Hamas, Yahya Sinwar, oculto en la Franja de Gaza. “Lo vamos a hallar y vamos a eliminarlo”, afirmó el ministro de Defensa, Yov Gallant, en momentos que la operación en el enclave continua despertando polémicas por un nuevo ataque este domingo a otro campo de refugiados.

Hubo al menos 33 muertos y decenas de heridos en ese episodio por las bombas lanzadas por una cuadrilla de cazas. El golpe se produjo pese a las demandas de EE.UU. para una pausa en los bombardeos que sirva como alivio a la crisis humanitaria en el territorio. Ese drama está creando una tensión global contra Israel, complicando el vinculo con los aliados árabes de ambos países y alimentado la furia de los enemigos.

Gallant dijo que la lucha no tiene límites. “Si lleva un año, Israel debe completar la misión. Tenemos combatientes dispuestos a todo”, sostuvo. Sinwar es el segundo hombre más poderoso de Hamas y tomó la dirección de la organización pro iraní en febrero de 2017 en relevo de Ismail Haniya.​​ Su muerte sería un éxito destacado de la operación militar israelí.

La guerra se disparó luego de que centenares de milicianos de Hamas asaltaron el 7 de octubre una veintena de kibutz en la zona de mayor voto de centroizquierda y pro palestina del país. En esa espantosa ordalía vejaron y mataron en cuestión de horas a más de 1.400 civiles incluyendo ancianos y niños. Se llevaron además a 242 rehenes entre ellos una veintena de argentinos incluyendo un bebe de 9 meses. Sinwar es considerado por el Mosad y el ejército como el planificador de esa masacre.

Este domingo por la mañana los cazas israelíes operaron sobre el campo de refugiados de Maghazi que se encuentra en el centro de la Franja. Es la zona de evacuación a la que el ejército israelí había instado a los civiles palestinos de Gaza a que se refugiaran, mientras centraba su ofensiva militar en el norte del enclave.

Este ataque se produjo después de que este fin de semana fueron bombardeadas una escuela de las Naciones Unidas reconvertida en refugio donde había gente en carpas y mujeres horneando pan. También fue dañada la parte externa de un hospital.

Israel sostiene que su acción es para destruir los comandos del grupo fundamentalista ocultos en cavernas y que han sido dispuestos debajo de hospitales, templos o escuelas para usarlos como escudos.

Pero la explicación no alivia la enorme protesta que se generaliza en el mundo, incluido Estados Unidos. La cifra de muertos no beligerantes en la Franja, que supera los 9.000 en una situación además terminal por la escasez crítica de medicamentos, agua y alimentos, ha provocado una creciente indignación internacional después de una fuerte ola de solidaridad con Israel tras el ataque brutal del 7 de octubre. Decenas de miles de personas, de Washington a Berlín, tomaron las calles el sábado para exigir un alto el fuego inmediato.

El panorama empeoró además por la decisión de Hamas de bloquear la salida de la gente con doble nacionalidad por el paso de Rafah que conecta la Franja con Egipto. Sostiene que tomó esa decisión en rechazo al bombardeo por parte de Israel de una ambulancia. Hamas en realidad busca que nadie abandone el territorio ni que se evacue la parte norte.

Israel ha rechazado la idea de detener su ofensiva, incluso para las breves pausas humanitarias propuestas por el presidente Joe Biden y el canciller, Antony Blinken, quien viajó por tercera vez a Israel.

El viaje tuvo el propósito de intentar persuadir al gobierno del asediado primer ministro Benjamín Netanyahu para que regule la ofensiva de modo de mostrar contención y preocupación por las víctimas civiles que no son parte del grupo Hamas al cual el propio gobierno israelí aclaró que es lo único que pretende combatir.

Es difícil que haya un cambio en la estrategia en particular porque la operación está mediada por la debilidad política de Netanyahu que enfrenta una oleada incesante de reclamos para renunciar y dar paso a un gobierno moderado, menos ideológico y más profesional de la oposición. El premier está asociado con un puñado de polémicos partidos de ultraderecha y ultranacionalistas de los cuales depende la continuidad de su gobierno.

Según las encuestas hay una mayoría de israelíes que lo culpan abiertamente por las fallas de seguridad y virtual abandono por parte del sistema de inteligencia de las áreas del sur del país lo que permitió el ataque de Hamas. Netanyahu busca una victoria visible y contundente con esta operación que le permita retener el puesto y recuperar la confianza pública.

Este sábado hubo marchas en todo Israel en demanda de que el gobierno se concentre de cualquier modo en la liberación de los rehenes, incluso con negociaciones, canje de detenidos o pasos diplomáticos. “Se han olvidado de los secuestrados”, marcaban los marchantes.

Una de esas protestas en Jerusalén, frente al domicilio de Netanyahu, se convirtió en una demanda política contra el funcionario, con gritos de “no te queremos más, renuncia ya” y choques con la policía que había dispuesto un vallado frente a la residencia del gobernante en la calle Gaza de esta ciudad.

En tanto, en el norte de la Franja, la zona de mayor concentración de la fuerza aérea y de las tropas terrestres apoyada por blindados, se alzaban grandes columnas de humo mientas se cerraba el cerrojo sobre la capital del enclave, que antes de la guerra contaba con una población de 600 mil personas. T

Toda esa región es una alfombra de escombros. La milicia de Hamas, con menos capacidad bélica y armamento, ataca con estilo de guerrilla desde los túneles ocultos bajo la superficie cuya destrucción es un objetivo central de la operación israelí.

Con este panorama agravado, el canciller de Joe Biden sostuvo una reunión de alto nivel en Jordania con un puñado de países árabes, incluida la dirección de la Autoridad Palestina y Qatar, un país cercano a Hamas y central para negociar la liberación de los rehenes. Pero esas gestiones no avanzaron especialmente.

Estas naciones, muchas de las cuales apoyan el objetivo de destruir a la organización fundamentalista, reclamaron un cese del fuego debido a la enorme presión que están recibiendo desde las calles con masas virulentas que se solidarizan con el drama de los civiles palestinos de Gaza.

EE.UU. no apoya la alternativa de un cese del fuego porque considera que eso permitiría un alivio a la organización terrorista. “En nuestra opinión, un cese de fuego simplemente le permitiría a Hamas reagruparse y repetir lo que hizo el 7 de octubre” dijo Blinken. Pero EE.UU. propone pausas que permitan el movimiento de los refugiados y de modo muy especial un aluvión visible en todo el mundo de ayuda humanitaria y asistencia médica para las víctimas civiles. Netanyahu ha dicho que no a esa opción también.

El ministro jordano de Exteriores, Ayman Safadi, un país estrechamente vinculado con EE.UU. e Israel, pero que ha retirado a su embajador de Tel Aviv debido a esta crisis, dijo que los países árabes quieren un cese del fuego inmediato y que “toda la región se está sumiendo en un mar de odio que definirá a las próximas generaciones”. Ese es el punto político que el gobierno de Israel no visualiza o prefiere ignorar.