El ataque ruso a Ucrania provocó un repunte rápido de la inflación en Europa debido al aumento de los precios de la energía y de los insumos agroalimentarios. La tasa, que para Argentina parece ridícula, pero para Europa era políticamente muy tóxica, superó el 10% anual. En septiembre ya estaba en el 2,9% anual, muy cerca del objetivo del 2,0% del Banco Central Europeo.
Esa rebaja de la inflación se nota en Europa en casi todos los gastos de los ciudadanos, pero hay un sector que sigue con los precios disparados y que afecta al bolsillo de todos y cada día: la alimentación.
Bélgica es uno de los grandes productores de chocolates de calidad del planeta. El belga medio come buen chocolate y come mucho.
Sólo en Bruselas hay varios museos del chocolate. En los carritos del supermercado lo raro es no ver alguna pieza de chocolate. Pero los belgas empiezan a consumir menos porque la subida de los precios del cacao y del azúcar en los mercados mundiales dispara los precios del chocolate.
En un año el consumo se redujo un 2% mientras el precio del chocolate fondante subía un 12,34% en un año, como los precios de muchos insumos básicos. Es un fenómeno generalizado en Europa y que cada país sufre con sus productores más queridos, como ocurre en Grecia y España, con el litro de aceite de oliva extra por encima de los 10 euros, algo impensable hace unos pocos años.
Cada subida de precios de estos insumos agroalimentarios (cacao, azúcar, harina, arroz, aceite) tiene explicaciones generales (aumento de los precios de la energía, del transporte) y una explicación diferente para cada uno, pero parece que se pusieron de acuerdo para subir todos a la vez.
El precio de la tonelada de cacao subió un 50% en un año en los mercados mundiales por las malas condiciones climáticas en África occidental, donde están Ghana y Costa de Marfil, los dos principales productores mundiales.
Sufren más inundaciones y a la vez más períodos prolongados de sequía debido a la crisis climática y eso hace que la producción sea menor y el precio aumente porque la demanda es muy poco elástica. El otro gran ingrediente del chocolate, el azúcar, también vuela. De 453 euros la tonelada en el verano boreal de 2022 a 817 euros este pasado verano, un aumento superior al 80%.
Los grandes productores belgas, que ponen en el mercado tanto chocolate con sus marcas como a granel, reducen márgenes de beneficio y simplifican el empaquetado para hacerlo más barato y no subir los precios más allá del 15%.
Salvatore Iannello, patrón de la empresa Galler, una de las mayores en Bélgica, contaba al diario ‘Le Soir’ que esa fue la solución este año pero que si los precios del cacao y del azúcar no se ponen bajo control el chocolate tendrá que aumentar de precio y podría convertirse en un algo “muy caro”.
La prueba llegará con los precios de diciembre, donde se unen las festividades de San Nicolás (6 de diciembre) y los festejos navideños, época muy chocolatera en uno de los países más chocolateros del mundo.
El aceite de oliva, un lujo
España, Italia y Grecia hablan estos meses del precio del aceite de oliva, un producto que está siempre en cada mesa, que se usa tanto para cocinar como para aderezar platos.
El precio medio en la Unión Europea ha subido un 75% desde enero de 2021, pero esa subida es del 115% en España, primer productor mundial.
Para los europeos del Mediterráneo, tener que pagar más de 10 euros por un litro de aceite es casi un insulto cuando durante toda la vida el aceite era más barato que el vino más barato.
Como en el caso del cacao, la subida del precio del aceite tiene explicaciones generales pero también específicas. La sequía en muchas zonas del sur de Europa dura casi dos años, seguida de inundaciones nunca vistas en las planicies griegas donde se cultiva el olivo.
Las altas temperaturas retrasan la recolección y además falta mano de obra. Los productores españoles aseguraban en verano necesitar 15.000 jornaleros que no encontraban mientras 15.000 españoles trabajaban en la vendimia francesa, donde cobraban más del doble por menos horas de trabajo a la semana.
Los datos de Eurostat (Oficina de Estadísticas de la Comisión Europea), actualizados esta semana, muestran que las papas subieron desde 2021 un 53%, los huevos un 37% y la manteca (que se usa masivamente para cocinar en el norte de Europa, donde no hay tradición de cocinar con aceite) un 44% en ese mismo período. En ese período de casi tres años los salarios subieron de media un 11% en el bloque europeo.
Si España es el primer productor mundial de aceite, Grecia es el país donde esa producción tiene más peso en la economía. Los precios del aceite se doblaron en un año.
De menos de 4 euros al por mayor a 7,60 euros en un año y más de 12 euros en las estanterías de los supermercados.
A Grecia, que aumentó su producción en un año un 47%, le afecta la subida de precios en los mercados mayoristas porque esa producción extra es insuficiente para compensar la caída del 55% de producción en España. La producción, debido a las inundaciones de los últimos meses, no crecerá en 2024 y el precio se puede ir por encima de los 15 euros el litro.
Grecia tiene buena parte de sus campos de olivo sin recolectar porque no hay mano de obra, que prefiere irse a países donde se les paga más en el sector agroalimentario, como Francia o Italia. Y cualquier medida para fomentar la llegada de más migrantes es rechazada por buena parte de la clase política, temerosa de perder votos.
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