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¿Pacto de silencio por las tarjetas de la corrupción? Los sugestivos contactos entre los K, la UCR y el PRO


«Un pacto para vivir», propone la voz de Bersuit Vergarabat, Gustavo Cordera. Y remata sosteniendo que «el poder siempre manda».

Aunque no anden en pijamas como los integrantes de la banda de Barracas, los diputados bonaerenses aparentan abusar de la modorra ya que en lo que va del año sólo en una oportunidad se sentaron en sus bancas para celebrar una sesión.

El tiempo que los legisladores de la Provincia no tienen para trabajar en el recinto, si lo tienen de sobra para la rosca y, sobre todo, reaccionar de manera corporativa para que nadie se queme cuando las papas queman.

Las 48 tarjetas de la corrupción política de Buenos Aires, que le permitían al puntero peronista Julio «Chocolate» Rigau retirar casi $ 27 millones por mes, generó un sismo pocas veces visto en la Legislatura provincial, con réplicas que parecen cada vez más peligrosas para la imagen de varios diputados y un dolor de cabeza para sus jefes políticos.

Pasaron casi tres semanas de la captura de Chocolate en la puerta de un Banco Provincia y 14 días de su liberación tras el sospechoso fallo de los camaristas Juan Benavides y Alejandro Villordo.

Sólo basta escribir «Chocolate» en el buscador de Google, para comprender como la extensa cobertura mediática de las tarjetas de corrupción hizo incluso que esa palabra se relacione más con el puntero Rigau que con el cacao.

La amiloidosis laríngea produce la disfonía. Y la afonía es es la alteración máxima de la disfonía. Es decir, la pérdida total de la voz, una patología que habría afectado a los 92 diputados provinciales. Si no, no se entiende cómo ninguno de ellos dijo una sola palabra sobre el escándalo que impacta en la no tan honorable Legislatura bonaerense.

¿Hay algún pacto de silencio para no hablar sobre las tarjetas de la corrupción entre el kirchnerismo, la UCR y el PRO? Este diario habló con todas las autoridades de la Legislatura y varios de sus jefes políticos. Y si bien sienten terror de nombrar la palabra pacto, varios referentes peronistas, massistas, radicales y del PRO le admiten a Clarín una sugestiva comunicación casi diaria entre ellos por el avance de la causa de «Chocolate».

«Nadie prohíbe a nadie que salga a hablar. Pero sí es cierto que este flor de bolonqui nos ensucia a todos. A los que están muy sucios y a lo que no tanto. Nadie se anima a ser el primero en hablar de Chocolate y yo no voy a ser el boludo que rompa esa lógica», le dice un diputado kirchnerista a Clarín.

Si algo es seguro es que lo que no dicen para afuera, lo expresan en comunicaciones telefónicas. El jefe del radicalismo bonaerense, Maximiliano Abad, se conoce de memoria los dos números de teléfonos de Martín Insaurralde. De corrido y sin pestañar, también podría cantar los números de Federico Otermín, presidente de la Cámara.

Quizás no tan de memoria, pero el macrista Adrián Urreli, vicepresidente de Diputados, reconoce fácilmente los teléfonos de sus colegas de otros espacios políticos por los acuerdos que habrían entablado para que nadie se corte sólo y salga a hablar de las tarjetas de corrupción. Urreli reporta a Néstor Grindetti.

«Fijate vos una cosa. Agarraron a un puntero de Massa con los chanchullos de las tarjetas. Sergio es candidato y cualquiera de la oposición debería aprovechar y salir a pegarle, sobre todo ahora que estamos a menos de un mes de la elección. Pero la mugre está tan extendida en la Legislatura bonaerense que todos tienen la cola sin limpiar. Ni siquiera Milei salió a decir algo. Pocas veces un silencio fue tan estruendoso para mandarlos a todos al frente», sostiene un intendente peronista que tiene varios legisladores en el Senado y Diputados.


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