¿Por qué ganó Daniel Noboa y cómo hará para cumplir sus promesas?

Las banderas se guardaron, las bocinas se silenciaron y los ecuatorianos volvieron este lunes a su ritmo habitual en Guayaquil. Después de los festejos que resonaron hasta cerca de la medianoche en el centro de esta ciudad portuaria, frente al Malecón y en el centro financiero tras el triunfo del empresario liberal Daniel Noboa en el balotaje del domingo, hay que volver al trabajo.

El presidente electo no se mostró en público este lunes y, según sus allegados, dedicaría el día a reuniones privadas. Tendrá una ardua tarea por delante, antes y después de asumir el mandato que dejará inconcluso el conservador Guillermo Lasso.

Este martes comenzará la transición con una reunión entre el presidente saliente y su sucesor, a la que convocó Lasso en el palacio de Carondelet. Se apagaron los motores de la campaña pero se pone en marcha otra etapa que se prevé compleja.

Noboa, que cumplirá 36 años a fines de noviembre, justo antes de asumir la presidencia, será el mandatario más joven de la historia del país, luego de haber ganado la segunda vuelta de estas elecciones con el 51,95% frente al 48,05% de Luisa González, la candidata del movimiento del ex presidente Rafael Correa, Revolución Ciudadana.

Fue, en parte, su imagen de figura joven, un «outsider» de la política -aunque fue diputado entre 2021 y 2023- y su fuerte mensaje de renovación y de no confrontación el motivo de su victoria, cuando hasta hace poco más de dos meses era un candidato poco conocido y que no aparecía con grandes chances en la primera vuelta de agosto, cuando competían ocho fórmulas.

En un país que sufre una ola inédita de criminalidad y violencia, que enfrenta un grave desempleo y una economía prácticamente estancada que empuja a miles de jóvenes a emigrar, Noboa, hijo de uno de los hombres más ricos del país, economista, ex diputado y emprendedor, emergió como el líder de una forma nueva de hacer política y que promete trabajar “por un nuevo Ecuador”, como reiteró el domingo a la noche cuando el Consejo Electoral lo proclamó oficialmente ganador.

Con un escenario político quebrado en dos bloques irrenconciliables, el correísmo frente al anticorreísmo, Noboa “supo encontrar ese espacio de ciudadanos que están cansados de la polarización, de la vieja política, esa porción del electorado que no está politizada”, explicó a Clarín el economista y analista político Juan Rivadeneira.

“Aquí hay alrededor de un 30% de votantes correístas, es ese 33% que votó a Luisa González en la primera vuelta. Pero no son muchos más. Y hay un 20% de anticorreístas que votarían a cualquier opción que no fuera la Revolución Ciudadana”, señala Rivadeneira.

Pero fuera de esos grupos, queda prácticamente otro 50% de la población. “Y muchos vieron en Noboa algo nuevo, un candidato joven, que no confrontaba, no peleaba”, interpretó.

Es que el correísmo, y en especial el ex presidente Rafael Correa, siguen teniendo un peso muy fuerte en el país -de hecho, tienen la primera minoría en el Congreso- pero su estilo está muy asociado a la confrontación, a un modo agresivo y autoritario de hacer política.

Correa, desde su exilio -en Ecuador está condenado a ocho años de prisión por un caso de corrupción y si regresa quedaría preso- fue un actor central en la campaña de Luisa González, con permanentes mensajes en las redes sociales y entrevistas en medios de varios países.

Ahora el presidente electo deberá mostrar que puede resolver problemas que están más allá de la ideología.

“Las preocupaciones más urgentes para los ecuatorianos son la seguridad y el empleo. En los primeros días de gobierno Noboa deberá dar señales claras de que hay un plan, un camino firme para resolver estos problemas”, señaló Rivadeneira.

Este lunes, mientras Noboa seguía en su casa de la localidad de Olón, en la provincia costera de Santa Elena, en una seguidilla de reuniones, los medios aquí comenzaban a deslizar algunos nombres de quienes podrían integrar el nuevo gobierno. Pero por ahora no hay información confirmada.

El escenario para Noboa no es sencillo: su mandato durará menos de un año y medio, porque deberá concluir el período presidencial que le correspondía a Lasso, que termina en mayo de 2025.

El ex banquero conservador se vio acorralado en mayo pasado por un juicio político que amenzaba con destituirlo, por un supuesto caso de corrupción no comprobado, y decidió entonces disolver el Parlamento y llamar a elecciones presidenciales y legislativas anticipadas, en un mecanismo conocido como “muerte cruzada” y previsto en la Constitución.

El nuevo jefe de Estado asumirá en diciembre y tendrá que mostrar con urgencia que tiene planes concretos para enfrentar las dos enormes preocupaciones de los ecuatorianos: la seguridad y la generación de empleos.

“En los primeros días de gobierno Noboa deberá dar señales claras de que hay un plan, un camino firme para resolver estos problemas”, señaló Rivadeneira.

El consultor político Andrés Jaramillo coincidió: «Ahora Noboa deberá salir de esa imagen de marketing y armar equipos de gobierno, empezar a gestionar. Tendrá poco tiempo para mostrar que tiene capacidad de gobernar».

Deberá, claro, lograr apoyos y acuerdos en el Parlamento, pues llega al poder con un bloque de 13 diputados, en un total de 137 en el Congreo unicameral. El correísmo tiene cerca de 50 escaños. Y aunque Luisa González prometió el domingo a la noche colaborar con la construcción de este “nuevo Ecuador” y aseguró que su espacio político está dispuesto a acordar con el nuevo gobierno para resolver las urgencias de los ecuatorianos, el camino se presenta sinuoso.