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Silvina Garré, a 40 años de su primer disco, confiesa cómo la salvó la música

A los 62 años, Silvina Garré está sobre el escenario, su lugar preferido en el mundo, celebrando sus 40 años de unión con la música. Todo es una fiesta. Su fiesta.

La mujer de negro y cabellera rubia cierra los ojos y se transporta. Mueve la cabeza hacia el cielo y se mete en una especie de burbuja. Su pensamiento vuela ¿Hacia dónde? Sonríe. Empieza a cantar, etérea. Habla con las manos. Es su punto de partida.

En comunión con ella, el público se emociona y aparecen los recuerdos. Es lo que provoca aquel canto de sirena que lleva las marcas del rock nacional. Después, la artista desanda su mirada profundamente celeste y renueva la magia.

Cantar no tiene comparación con nada de lo que sucede a su alrededor, asegura. Es su centro y su infinito. “En el escenario me siento en un estado de gracia sublime. Es un momento particular, único y glorioso. Al igual que cuando compongo, todo tiene un misterio que no quiero saber cuál es, que no quiero develar”, comparte Garré después atravesar nuevamente el encantador misterio de un show.

Su agenda marca una larga lista de presentaciones que la llevarán con sus músicos de siempre por su ciudad, Rosario; por su segundo hogar, Buenos Aires, el 4 de noviembre va a tocar con La Trova + Lito Vitale en el teatro Coliseo para celebrar los 40 años de la Democracia.

Silvina Garré en Rosario, uno de sus lugares en el mundo. Foto: Juan José García.Silvina Garré en Rosario, uno de sus lugares en el mundo. Foto: Juan José García.

También por Córdoba y por otros destinos en los que viene dejando huella desde que a los 22 venció sus miedos para mostrar su arte.

Hasta allí y después, las imágenes armaron un tablero de ajedrez perfecto en el que cada pieza tiene un sentido en su historia.

Sus comienzos

La primera pieza se movió a los 5 años cuando Silvina se integró al coro “Paul Casares” de Rosario para cantar negro spirituals. Se escondía en su timidez. Cantar era entonces una cuestión de fe.

Después, a los 13, enamorada de James Taylor y de Joni Mitchell, fue al primer recital de rock de su vida. Escuchó a Sui Géneris presentando el disco Pequeñas anécdotas sobre las instituciones en la Fundación Astengo de Rosario. El impacto fue directo al alma.

Empezó a producir furiosamente canciones en la intimidad. Supo que tenía que arrojarse al abismo con su voz como única red. Lo hizo, cruzó la barrera del miedo y renovó su tablero sumando piezas de oro.

Tapa del álbum "La mañana siguiente" de Silvina Garré, 1983Tapa del álbum «La mañana siguiente» de Silvina Garré, 1983

Los años ’80, la Trova y después

Armó un dúo con Juan Carlos Baglietto, su compañero en el escenario y en la vida durante un tiempo. Con la vuelta de la democracia, editó en 1983 su primer disco solista La mañana siguiente, el primero de 18 donde le puso la letra y la voz a temas que rápidamente se volvieron parte del patrimonio cultural argentino.

Silvina Garré con Juan Carlos Baglietto a comienzos de los años '80. Silvina Garré con Juan Carlos Baglietto a comienzos de los años ’80.

Se mudó a Buenos Aires, se enamoró de la ciudad y le dedicó una canción. Integró la llamada «Trova Rosarina». Recorrió el mundo y sus escenarios. Ganó premios. Escribió un libro de poemas y participó de bandas de sonido en películas. En los ´90 se retiró buscando nuevos horizontes. Estudió psicología, se fue a vivir a Miami. Volvió. Nunca paró de crear.

“De chiquita no quería cantar en público y lo hacía con un gran esfuerzo. Era muy introvertida. Con el tiempo me fui animando. En un momento supe que cantar iba a ser no solo mi pasión sino también mi profesión y fui por ello. Trabajé mucho y sigo trabajando para poder hacer música, grabar y tocar en vivo”, reflexiona Garré.

”En otros espacios de mi vida sigo siendo tímida pero arriba del escenario me siento segura, íntegra. Hoy tengo la misma pasión que cuando empecé pero con más experiencia y más disfrute. Me encanta estar con la gente”, asegura.

Una fuente de felicidad

La música fue y es su sostén, admite. La salvó en situaciones difíciles y le permitió reconstruirse frente a las pérdidas, las tristezas y los dolores profundos. Rodeada de acordes y de su propia voz, nunca se sintió sola. Cantar es su fuente de felicidad junto a su familia y a sus amigos, muchos de ellos conocidos artistas y también desconocidos.

“Mis amigas son las mismas de siempre, las de la escuela. A ellas les dediqué Reinas de Pueblo Grande«, cuenta. En el camino, comparte, tuvo grandes amores. De todos ellos aprendió. Conoció las distintas caras del amor.

Silvina Garré en la Usina del Arte. marzo de 2022. Foto gentileza prensa Festivales de Buenos AiresSilvina Garré en la Usina del Arte. marzo de 2022. Foto gentileza prensa Festivales de Buenos Aires

En cuatro décadas, la artista cambió el color de su pelo pero no el de su voz. Es inconfundible el registro Garré cada vez que canta Diablo y alcohol, La canción del Pinar, Era en abril, Solo se trata de vivir, El témpano, Se fuerza la máquina, Tréboles de cuatro hojas y decenas de temas propios y de otros autores, todos con sus sonidos únicos e irrepetibles.

“Trabajé muchos años con una gran foniatra y entrenadora vocal, Ana Inchausti, que me dio una serie de herramientas para enriquecer mis agudos y mis graves. Me ayudó muchísimo. Más allá de la genética, me cuido mucho. Me alimento y duermo bien, hago actividad física, dejé de fumar hace muchos años, no tomó bebidas heladas y sobre todo, canto. El mejor ejercicio para mantener mi voz saludable es cantar”, afirma.

Buenos Aires

En su tablero, esta “Dama del Rock Nacional» subraya que quiere mucho a todas sus producciones porque retratan distintos momentos de su camino. Sin embargo, elige En Blanco y Negro Buenos Aires por sobre el resto.

“Es una canción -dice- muy importante para mí. Cuando me mudé a Buenos Aires, me resultó muy hostil. Venía acostumbrada a estar en Rosario con mi familia y mis amigos. Me costó casi dos años adaptarme aunque era la ciudad que anhelaba».

Silvina Garre estará el 4 de noviembre en el Teatro Coliseo. Foto: Juan José García.Silvina Garre estará el 4 de noviembre en el Teatro Coliseo. Foto: Juan José García.

Y agrega: «Un día me di cuenta que esa incomodidad se había terminado. Estaba de gira y en vez de extrañar a Rosario, extrañé a Buenos Aires. La canción se llama En Blanco y Negro Buenos Aires porque la ciudad era mi sueño y yo sueño en blanco y negro. No sueño en otros colores. En Buenos Aires pude construir mi carrera y forjar los cimientos de mi construcción artística», agradece.

Buenos Aires fue su sueño a los 20. Hoy es su casa. Divide sus días entre la ciudad y Rosario aunque se declara “nómade”. “Soy una persona que puede vivir en distintas ciudades, me volví desapegada. En seguida armo un hogar y me adapto fácilmente. Valoro mucho la libertad de poder moverme. Me entusiasma, me atrae mucho la posibilidad de pasar tiempo en diferentes lugares”, desliza.

El elogio de Caetano

En sus sueños despierta aparece también la idea de grabar sus discos en otros idiomas y presentarlos en el país y el exterior. Recuerda como perla cuando interpretó canciones de Caetano Veloso. El brasileño le dedicó su libro Verdade tropical y reconoció que Silvina es una de las artistas que mejor lo cantaron.

“Siempre brindo por los sueños. Hay sueños que llevan un tiempo, que uno va elaborando. Uno va haciendo cosas que llevan a cumplirlos, a que se hagan realidad. Cumplí muchos: el principal es vivir de lo que amo. Es un recorrido que me provoca un placer y un orgullo muy grande, potenciado por haber compartido momentos de dicha plena con tantos músicos tan valiosos y queridos. Ojalá pueda seguir recorriendo el país y la gente me acompañe”, desea.

Silvina Garré, foto de archivo por Diego WaldmannSilvina Garré, foto de archivo por Diego Waldmann

Silvina Garré puede decir hoy con orgullo que es una mujer que hizo siempre lo que quiso, que vivió con intensidad cada etapa. No le teme al paso del tiempo, aunque siempre añorará su juventud. El corazón marcará su punto de llegada ¿Dónde está su cielo? En el mismo lugar que hace 40 años: en su mirada y en su voz.


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