Tres formas poderosas de alejar las malas energías y atraer la prosperidad a nuestra vida

A veces nos pasa y no entendemos por qué. Entre otras cosas, nos sentimos cansados, con dolor de cabeza o un malestar general, y parece que todo se traba, que nada fluye y avanza como debiera…

Todo se debe a la energía (negativa o baja) que nos rodea y se impone en los lugares en los que nos movemos, ya sea en nuestra casa o en nuestro trabajo.

Es que cuando por algún motivo bajamos nuestra vibración, nos volvemos más permeables a que nos afecten las energías oscuras o densas.

Algo similar también nos puede ocurrir si compartimos tiempo o una charla con alguien que no está bien y se desahoga con nosotros.

Si terminamos con el mismo «bajón» que él o ella, significa que somos sensibles y perceptivos, y absorbemos «las malas vibras» que terminan afectando nuestra propia energía.

Lo primero que debemos tener en cuenta es que, más allá de la negatividad que nos rodea, muchas veces somos nosotros mismos los que, a través de pensamientos pesimistas, llamamos a las malas ondas.

Esto, como dijimos, suele traducirse en malestares físicos, bloqueo de las iniciativas y una sensación permanente de que «todo está mal».

Y estas malas vibras también pueden exponernos a rachas de «mala suerte», largos períodos en los que parece que todo nos sale mal y no encontramos la salida a nuestros problemas.

Incluso, en esos momentos, se apoderan de nosotros miedos irracionales, sentimos falta de voluntad e iniciativa en nuestra vida diaria o un agotamiento extremo que hasta puede afectar el ingreso de dinero y la abundancia en nuestra vida.

Esta limpieza está destinada a descargar y aliviar los lugares en los que nos movemos habitualmente, especialmente nuestra casa. Es que el humo es sinónimo de purificación, limpieza y renovación espiritual.

Si es posible, lo mejor es hacerlo en una sahumadora o un cuenco de barro.

A la hora de elegir qué quemar, podemos optar por sándalo (liberación de ataduras), lavanda (relajación), canela (dulcificación de procesos), mirra (renueva la energía y brinda paz), incienso (limpia y abre caminos) y palo santo (equilibra).

Cerramos las ventanas de la casa y la puerta del baño, y abrimos los placares. Se prende un carbón vegetal al aire libre o cerca de una ventana, ya que el primer humo que libera es tóxico. Luego, se agregan las hierbas que deseamos.

Recorremos cada ambiente (menos el baño) desde el punto más alejado hasta la puerta de entrada, girando el recipiente en contra de las agujas del reloj. Es muy importante detenernos en los rincones.

Mientras lo vamos haciendo, repetimos sin detenernos: «Que entre todo lo bueno y se vaya todo lo malo. Gracias, gracias, gracias».

Cuando terminamos, cerramos los placares y abrimos las ventanas para ventilar bien. Es conveniente cambiarnos y lavar la ropa con la que hicimos el sahumo.

Las velas iluminan, abren caminos y despejan nuestra visión. En este sentido, las velas blancas y las amarillas (o doradas) son especialmente poderosas.

Por un lado, el color blanco representa libertad, paz, pureza e inicios. Es un tono que estimula la claridad mental; que nos invita a llegar a las cosas sin cargas, angustias y sentimientos negativos. Las velas blancas también están ligadas al bienestar y la calma personal, esa que nos permite vibrar alto.

Por otro, el amarillo (o dorado) es el color que atrae el dinero, que acerca la abundancia a nuestra vida, y ayuda a que nunca nos falten la prosperidad y el trabajo.

Preparamos un altar con una vela blanca, una vela amarilla (o dorada), un puñado de sal gruesa y una copa de agua con limón. Al prender las vela, nos visualizamos felices, rodeados de un aura protectora de color plateado y tratamos de sentirnos protegidos y seguros frente al mundo.

Después de unos minutos, decimos «Universo poderoso, ayúdame a bloquear todo lo negativo que me rodea y permitime avanzar hacia la prosperidad. Gracias, gracias, gracias».

Cuando la vela se apaga, tiramos el agua en una maceta o lugar con tierra junto con la sal.

Desde la antiguedad, los baños de descarga son rituales que conjugaban el poder del agua con la magnética energía positiva de las plantas, las hierbas y las esencias.

¿Cómo se hacen? Preparamos una infusión con un litro de agua, una rama de romero (nos protege, atrae la energía positiva, el amor y la prosperidad), lavanda (relaja y baja la ansiedad) y ruda (nos protege).

Hervimos durante 5 minutos y dejamos entibiar. Después de la ducha, nos tiramos la preparación de los hombros hacia abajo, nos sacudimos tratando de sacarnos bien la mala energía y nos secamos suavemente, dándonos golpecitos con la toalla.