El lugar preciso es una incógnita y los detalles de la ceremonia permanecen en secreto, por razones de seguridad, en medio de fuertes protestas que tienen en vilo a los organizadores. La expectativa es que el hermético encuentro cara a cara de los presidentes de Estados Unidos Joe Biden y el de China Xi Jinping, que se reunirán este miércoles en San Francisco por primera vez en dos años, alivie las tensiones entre las dos mayores superpotencias globales y “estabilice” la relación bilateral.
El encuentro se realizará al final de la cumbre de los países de la Asociación Asia Pacífico (APEC), en medio de manifestaciones de más de 100 grupos que marcharán con reclamos ambientales, anticapitalistas e incluso defensores de la causa palestina. Será la segunda bilateral entre los líderes de las mayores economías del mundo desde que Biden llegó a la Casa Blanca en enero de 2021. La primera, que duró más de tres horas, fue en noviembre del año pasado en los márgenes del G20 en Bali (Indonesia).
Habrá foto con apretón de manos y banderas. Pero el nivel de ruido y desencuentros entre EE.UU. y China por temas como el globo espía chino, el comercio mundial, Taiwán, el apoyo a Rusia y el medio ambiente, entre otros, hace que no se espere de la reunión grandes acuerdos sino quizás algunos anuncios.
Al ser preguntado cómo definiría una reunión exitosa, el propio Biden dijo minutos antes de abordar el avión rumbo a San Francisco: “Volver a un curso normal de correspondencia, poder levantar el teléfono y hablar entre nosotros si hay una crisis. Poder asegurarnos de que nuestros ejércitos todavía tengan contacto entre sí”, señaló.
Y agregó: “No estamos tratando de desvincularnos de China. Lo que estamos tratando de hacer es mejorar la relación”, dijo.
Un funcionario estadounidense señaló a la prensa que el objetivo de la reunión es “intentar tomar medidas que estabilicen las relaciones entre EE.UU. y China, aclarar ciertos malentendidos y abrir nuevas líneas de comunicación”.
Del otro lado, el embajador chino en Washington, Xie Fegn, dijo que Xi buscará de Biden garantías de que Estados Unidos «no busca una nueva Guerra Fría». Eso va en línea con declaraciones previas del presidente chino, que ha dicho que «los países occidentales, liderados por Estados Unidos, han implementado la contención, el cerco y la supresión de China», en alusión a la Guerra Fría.
El encuentro podría servir sin embargo para concretar algunas medidas, según deslizaron asesores de Biden: Los líderes, dijeron, podrían anunciar la reanudación de las comunicaciones entre militares, que fueron suspendidas por los chinos después de que Nancy Pelosi visitara Taiwán el año pasado.
También discutirán si pueden encontrar una manera de un compromiso futuro para mantener el software de inteligencia artificial fuera de sus sistemas de comando y control nuclear. Sin embargo, si bien se espera que Biden plante que China deje de suministrar tecnología a Rusia que alimenta la guerra en Ucrania, no hay muchas esperanzas de que tras el encuentro cambie su comportamiento.
Funcionarios estadounidenses dicen que no hay planes para que los dos líderes emitan una declaración conjunta de ningún tipo. En su lugar, cada gobierno dará su propia versión de las discusiones.
“Esta cumbre es importante para restablecer una comunicación regular y de alto nivel entre Estados Unidos y China”, dijo a Clarín Meredith Oyen, profesora de Historia Diplomática de Estados Unidos y experta en las relaciones chino-estadounidenses de la Universidad de Baltimore.
Y señaló posibles áreas de consensos: “La esperanza es que Biden y Xi puedan llegar a un acuerdo sobre el restablecimiento de las comunicaciones directas entre militares, que fueron suspendidas después de la visita de Pelosi y son vitales para ayudar a evitar un desastre en caso de un accidente u otro episodio cerca de Taiwán o el Sur del Mar de China”.
Mejorar el vínculo
Agregó otro posible avance: “Ambas partes también esperan anunciar una cooperación planificada para tomar medidas enérgicas contra el fentanilo exportado desde China, gran parte del cual ingresa a Estados Unidos a través de México y que, según la Casa Blanca, desempeña un papel en la actual epidemia de sobredosis”.
La experta cree que el solo hecho de que los líderes estén en una misma sala y conversen “es valioso en sí mismo para ayudar a abordar el altísimo nivel reciente de tensiones”.
“Los problemas que existen entre China y Estados Unidos son importantes, pero no imposibles de abordar. Un vínculo directo para los militares ayudaría a evitar una escalada accidental, pero Biden puede asegurarle a China que Estados Unidos todavía mantiene la Política de “Una Sola China”.
Por su parte, China podría comprometerse a reducir sus ejercicios cada vez más provocativos en Taiwán y sus alrededores. Esas medidas contribuirían mucho a reducir las tensiones y dejarían espacio para que ambos países aumenten las líneas de comunicación y cooperación con la esperanza de que esta nueva era de conflicto no empeore mucho antes de mejorar”, agregó.
Otro tema prioritario será la guerra entre Israel y el grupo terrorista palestino Hamas. Biden prevé pedir a Xi que utilice su influencia sobre Irán para evitar que la violencia se expanda por Oriente Medio, especialmente dado el constante intercambio de fuego entre Israel y milicianos en el Líbano del grupo shiíta Hezbollah, apoyado por Teherán.
Donde podría haber progresos es en la lucha contra el cambio climático, aunque no ha trascendido que medidas podrían tomar. También podría haber movimiento para incrementar los vuelos entre los dos países y aumentar los intercambios universitarios y empresariales.
Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional del presidente, dijo a los periodistas el lunes que hay cautela. Y que la relación ahora se trata de “manejar la competencia de manera responsable para que no se convierta en conflicto”. “La forma en que lo logramos es a través de una diplomacia intensa», dijo Sullivan. “Así es como aclaramos las percepciones erróneas y evitamos sorpresas”.
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